Vida saludable, por Azul Etcheverry Aranda
- La Noticia al Punto
- 6 abr
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Se ha implementado la iniciativa “escuela saludable” para los centros educativos en México, desde nivel primario hasta superior, la iniciativa busca planteles que promuevan la salud y la nutrición de sus estudiantes. Sus objetivos principales son reducir la desnutrición y, a través de ello, aumentar la asistencia y rendimiento académico, promover hábitos saludables y combatir la obesidad infantil.
Sus medidas principales se centran en prohibir la venta de comida chatarra y bebidas azucaradas en los centros educativos, promover el consumo de agua natural, actividad física y prevención de adicciones.
Dentro de los aspectos positivos, no podemos dejar de mencionar que esto se suma a la intención del gobierno por plantarse firme frente a las empresas, no es un hecho aislado sino que se suma, por ejemplo, a la eliminación de personajes en los productos chatarra y a los conocidos sellos, dejando ver que hay un compromiso real de la administración por atajar la gran problemática de alimentación y obesidad en el país.
Aunque no todo es responsabilidad de ellos, una postura firme y consistente como la que hemos visto en el tema, obliga a los proveedores a adaptarse o perder.
Además, dado que busca involucrar a diferentes actores sociales, es la pauta idónea para que, con la debida orientación, se exhorte a que los padres también se involucren en el cuidado de lo que ponen en las loncheras, sobre todo de los más pequeños.
Sin embargo, del otro lado, el tema es complejo, no solo se trata de consumo y prohibición, sino de cuestionar los hábitos alimenticios de fondo, del concepto cultural de salud y las implicaciones físicas y psicológicas que este tiene. Me explico, la prohibición de estos productos en escuelas no va a poder quitar a México de un segundo lugar en obesidad infantil ni de los primeros en consumo de refresco y bebidas azucaradas. ¿Puede ayudar? Si, pero si no va a acompañado de un cambio de raíz desde la psique y la cultura y que involucre a todos los niveles sociales, servirá de muy poco.
¿Qué pasará, por ejemplo, con el 25% de menores en México afectados ya por un trastorno de la conducta alimentaria y que estas prohibiciones les generará ansiedad, síndrome de abstinencia y otros problemas psicológicos? La satanización puede llevar también al extremo del acoso escolar y comentarios gordofóbicos que de manera colateral, pueden terminar en inasistencias y deserción escolar, problema que la iniciativa busca reducir.
La corresponsabilidad será la pieza clave para que todo este engranaje funcione y de resultados. La escuela es formativa, es cierto, pero el papel de los padres de familia es una influencia mucho más poderosa. La educación y cultura en temas de alimentación debe, sí o sí, incluirnos a todos, todos los días.
Una escuela saludable es necesaria siempre y cuando sea parte de una vida saludable.
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