
El fin de semana del 8M en México logra visibilizar un esfuerzo de años, una lucha de décadas y nuestro largo camino para lograr la igualdad social. Las mujeres toman las calles y en horas llenas de valentía, gritan y exigen a una sola voz que nuestro país les brinde la seguridad y condiciones necesarias para poder verdaderamente llevar una vida digna, libre y aportar así al desarrollo del país.
Pero hay un vacío, el vacío de las que migraron y de las que poco se habla, sus necesidades e historias particulares son difícilmente escuchadas por estar lejos: del otro lado de la frontera norte.
Ellas cobran especial relevancia ahora, cuando en cualquier momento pueden regresar a su México, un México que no ven desde hace tal vez 10 o 15 años, que les es ajeno, se convierten en extranjeras en su propia tierra, ni de aquí ni de allá.
Ellas vienen de otra realidad, no más sencilla, pero diferente. El viaje de la mujer migrante es espinoso y poco se habla de ello. Muchas de ellas viajan con hijos en brazos, a diferencia de los hombres, y, si de por sí la travesía es extenuante, cuidando de otra vida humana debe hacerlo sobrehumano. Los abusos de todo tipo de los que son víctimas no son los mismos que para los hombres, ellas sufren más peligros, injusticias y atropellos a sus derechos y dignidad. En el tránsito, especialmente en la frontera, la historias de abuso son interminables, muy tristemente, el riesgo no acaba ahí, en un país ajeno donde la vulnerabilidad se incrementa, sigue estando latente para ellas casi todos los días.
A pesar de que las deportaciones son principalmente para los hombres, las consecuencias son para las mujeres, pues ellas son, en muchas ocasiones, quienes se quedan con la familia, al cuidado de los hijos y ahora como proveedoras principales en la espera del retorno del hombre que, a veces, nunca llega de nuevo. Son ellas quienes tienen que hacer acopio de todas sus fuerzas para convertirse en el pilar de casa.
48% de los migrantes a nivel mundial son mujeres que se desplazan solas y, en alto porcentaje también, las que son jefas del hogar. Diferente a los motivos del hombre quienes principalmente buscan una mejora económica, las mujeres tienen motivos más diversos y que se relacionan también con un escape de una situación de violencia.
Por ello, aunque hasta ahora no es suficiente, hay varios recursos de reciente creación exclusivos para ellas, por ejemplo, la Ventanilla de Atención Integral para la Mujer, en la red consular de México en el exterior, que atiende específicamente las necesidades particulares de ellas y les brinda herramientas adecuadas a sus circunstancias. De igual manera, han surgido organizaciones sin fines de lucro especializadas en atender los problemas que enfrenta la mujer migrante, incluso hay un remedio migratorio llamado Visa “VAWA” para mujeres víctimas de violencia que puede transformarse eventualmente en un camino a la residencia.
Ya lo dijimos, no es suficiente y queremos hoy voltear nuestra atención a ellas también, reconocer su esfuerzo y que sepan que no están solas, que también marchamos por ustedes, para que cuando sea que decidan o les toque volver, encuentren aliadas y un lugar seguro.
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