En días anteriores amanecimos con una de las más terribles noticias en nuestro país durante 2023, en Salvatierra, Guanajuato, 11 jóvenes fueron asesinados a sangre fría mientras celebraban una posada privada en esa localidad.
11 fallecidos, 14 heridos y 195 casquillos de bala son los números que ha dado a conocer la fiscalía de Guanajuato sin que se de razón aún de las motivaciones del suceso, “sólo llegaron y dispararon sin parar, su único objetivo era matar”, relata una de las sobrevivientes.
Es cierto que en nuestro país hay una espiral de violencia pero ampliemos la visión: hace unas pocas semanas hablábamos de uno de los tiroteos más mortales en los Estados Unidos y no olvidemos que hay dos guerras activas en Ucrania y Palestina.
La escalada de violencia no es exclusiva de nuestra región, solo mencionamos los conflictos más significativos pero todos los continentes tienen alguno. A pesar de que después de la caída del muro de Berlín el orbe cayó en una distensión que derivó en uno de los más largos periodos pacíficos de la historia, los últimos tiempos han venido a romper con ello.
¿Qué está pasando? A nivel mundial, la ilusión de vivir en un estado democrático y de derecho ha tambaleado, la desigualdades se han hecho muy visibles y la división se ha convertido en el común denominador que imposibilita un consenso que pueda hacer frente a la impunidad a nivel nacional.
Las consecuencias de esto no son sólo vidas y la misma lamentable violencia per se, es un daño al sentido de seguridad colectivo que hace que el miedo se apodere de nuestros días y que, si no es bien manejado, termina en más violencia.
¿Cuáles serán los resultados de amanecer con noticias como la de Guanajuato y los conflictos como el de Palestina? Sumado a pasar mucho tiempo en redes sociales en donde el discurso de odio es algo de todos los días, parece ser un círculo vicioso donde la violencia se alimenta de sí misma.
La esperanza de que esto acabe reside en la capacidad del sistema en auto regularse, en que la estructura económica demande las condiciones de paz necesarias para su correcto funcionamiento y, por supuesto, en nosotros, en nuestra capacidad de repensar todos nuestros hábitos y también en nuestras demandas de cara a un año electoral tan importante como 2024.
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