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La violencia en México: inmune al Covid-19

Lic. Azul Etcheverry Aranda

Cualquiera pudiera pensar que el cambio de la dinámica social por la llegada del nuevo coronavirus impactaría todos sus rubros, sin embargo, la violencia no sólo no amaina sustancialmente, sino que muy probablemente incrementará con el avance de las repercusiones laborales y económicas que dejará este fenómeno.

Según cifras del Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en México a diario son asesinadas 80 personas. Desde finales de febrero, cuando se confirmaron los primeros casos de COVID-19, en promedio se registran 77 personas ejecutadas.

No obstante, esto es una respuesta natural a contingencia, la comisión de un delito está estrechamente ligada a la interacción entre las personas, dentro de sus actividades rutinarias y naturalmente cuando estas actividades cambian, también lo hacen los patrones delictivos, así como su temporalidad.

Este cambio del que le hablo podría verse reflejado en un aumento de la violencia criminal, ante la pérdida de empleos por la crisis económica que ya estamos viviendo. Ya hemos vivido circunstancias un tanto similares, en 2008 el mundo atravesaba una severa crisis financiera, en tanto que en México se vivían las consecuencias de la lucha contra el narcotráfico aunadas a la eventual pandemia de la influenza H1N1.

Siguiendo en el tema del narcotráfico, la dinámica comercial del crimen organizado a partir de la propagación también ha cambiado. China es hoy es el principal productor del narcótico fentanilo, responsable de una de las peores crisis de salud pública en Estados Unidos, y los grupos delictivos mexicanos juegan un rol decisivo en la distribución del opioide hacia todo el continente, pero en las últimas semanas este ciclo se ha visto alterado por la disminución del flujo comercial y de personas en el mundo.

Desafortunadamente, otro ejemplo del cambio de los patrones delictivos actuales es el incremento en los casos de violencia de género. De acuerdo con esa institución, en febrero se registró un descenso de 1,8% en el homicidio doloso, con 2.766 casos, pero el feminicidio aumentó 24% con 92 casos.

Si bien las medidas de aislamiento decretadas para evitar la propagación descontrolada del virus inciden positivamente, también generan tensiones en los hogares que pueden desencadenar actos violentos en contra de los miembros de la familia, particularmente las mujeres.

Recientemente la ONU publicó un documento en que informa que las mujeres están siendo triplemente vulneradas a partir de la pandemia; en cuanto al acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, violencia doméstica y por el incremento en el trabajo doméstico relacionado al cuidado de niños, ancianos y enfermos, poblaciones de alto riesgo ante un eventual contagio.

La realidad es que las consecuencias sociales de esta contingencia son igual de importantes que las médicas, por ello es necesario que generemos verdadera conciencia individual y social de lo que nos corresponde hacer para sacar adelante a nuestras familias en estos tiempos de dificultad.


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