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Fondo negro

LA LEYENDA

29

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La Leyenda 29: Una nueva semana, una nueva mirada al alma del país
 
Hay domingos que no se parecen a ningún otro. Días donde la palabra no solo informa: conmueve, despierta, provoca. La Leyenda 29 llega así, con la brújula afinada hacia los sentimientos, la memoria y el juicio crítico.
 
Aquí no se rinde la tinta ni se acomoda la conciencia.
Aquí se escribe lo que otros prefieren callar.
Aquí se celebra la música que nos hizo suspirar y se camina por rincones donde la vida sabe distinto.
Aquí la política se desmenuza con firmeza, pero sin rencor.
Y el alma… también se alimenta.
 
Desde el eco de los calendarios hasta los pasos del poder. Desde los versos que se escuchan mejor con los ojos cerrados hasta los jardines que florecen en cada pueblo. La Leyenda no es una columna: es un refugio semanal para los que aún creen en pensar, en recordar, en volver a sentir.
 
Soy Wintilo Vega Murillo y esta es La Leyenda 29.
Bienvenido a un nuevo capítulo.
Ojalá te haga reflexionar.
Ojalá te haga sonreír.
Ojalá, como siempre… te deje pensando.

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Índice de Contenido

-Bienvenida.

/… A la mesa del alma: Bienvenidos a La Leyenda 29

(By Notas de Libertad).

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-Pláticas con el Licenciado 1

 

/… Adriana Solórzano Villanueva: El alma encendida de Pueblo Nuevo

 

(By operación W).

 

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-Agenda del Poder:

/… Guanajuato: ¿Cambio estructural o espejismo estadístico en la seguridad pública.

/… Celaya, donde el futuro empieza a andar.

/… El punto de equilibrio: La PRODHEG, Karla Alcaraz y el debate sobre el aborto en Guanajuato.

/… Dos rostros de la justicia que merecen tu voto: Javier Cruz Vázquez y Juan Antonio Moreno Vela

Cuando la vida forja y la vocación sostiene: una boleta rosa que puede marcar la diferencia.

/…  Una mano que cambia destinos: Nere Baeza y su causa por Valle de Santiago

 

(By Operación W).

 

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 -Alimento para el alma.

 

“Soneto do Amor Total”

DE: Vinicius de Moraes

 

Sobre el poema: Amar con el cuerpo y con la eternidad

Es amar como si el tiempo no existiera, como si el amor desafiara incluso la muerte.

Sobre el autor: Vinicius de Moraes: el hombre que amó sin medida

Si quieres escucharlo en la voz de: Toquinho y Camilla Faustino

 

(By Notas de Libertad).

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 -“Rincones y Sabores: La guía completa para el alma, el paladar y la vida”

 

 

/… Donde el hambre es destino y el sabor, milagro

 

(By Notas de Libertad).

 

/… Zona Dorada: Donde el agua callada guarda sabor de mar en Guanajuato

  (By la gira del tragón)

 

/… Amatxi: Donde el alma vasca se sirve con elegancia en Guanajuato

  (By la gira del tragón)

 

/… Elotes Raúl: Un Ícono del Sabor en Pueblo Nuevo, Guanajuato

(By la gira del tragón)

 

/… Gorditas El Molino: Sabores que perduran en el alma de Cortázar

 (By la gira del tragón)

 

 

/… Tacos de Canasta "Mi Salamanca Querida": Vapor de Tradición y Sabor

 (By la gira del tragón)

 

/… Restaurante Nantli: Tradición que renace en cada plato en San José Iturbide

 (By la gira del tragón)

 

/… Tacos El Cuñao: Donde el alma de Acámbaro se sirve en tortilla

  (By la gira del tragón)

 

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-Del Cielo a la Historia, Los Ecos del Calendario.

 

Domingo 25 de mayo al sábado 31 de mayo.

 

Cada semana, el tiempo se nos entrega como un lienzo antiguo donde el cielo y la tierra escriben juntos su relato. Son siete días, pero traen siglos a cuestas. En sus entrañas habitan los nombres de santos que guiaron con su fe, las fechas que estremecieron al mundo con su peso histórico, y las conmemoraciones que nos obligan a recordar que hay causas vivas, aunque el calendario las nombre solo una vez al año.

 

Esta semana que nos ocupa no es una más. Es una constelación de memorias sagradas y la marea de los días que cambiaron el rumbo de naciones, de pueblos, de almas. A veces será una espada, otras un poema. A veces será una vela encendida en la capilla de una abuela, otras una marcha de miles por una plaza que ya no existe. Pero siempre —siempre— será una lección.

Bienvenidos a este recorrido de siete pasos por la historia viva y la huella del espíritu. Que lo que aquí se nombra no se olvide. Que lo que aquí se recuerda, nos despierte.

 

 

(By Notas de Libertad).

 

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-Al Ritmo del Corazón: Música para recordar el ayer.

/… Janette: cuando una voz parece hecha de niebla

 

*Con un click escucha sus Grandes Éxitos, sus Mejores Canciones

(By Notas de Libertad).

 

 

/… Whitney Houston: la voz que hizo temblar al cielo

 

*Con un click escucha Her Greatest Hits

 

(By Notas de Libertad).

 

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- ¿Qué leer esta semana?

 

  “Juncal”

De:  Jaime de Armiñán

Resumen: “Juncal: la última faena de un torero sin red”

Sobre el Autor: Jaime de Armiñán: el torero de las palabras lentas

 

(By Notas de Libertad).

 

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-Pláticas con el Licenciado 2.

 

/… “El zoológico político: 105 tipos de persona que te encontrarás en el poder”

Porque en la política no todo es ideología… también es fauna

(By operación W).

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A la mesa del alma: Bienvenidos a La Leyenda 29

Hay quienes piensan que escribir una columna es llenar un espacio. Que basta con juntar letras, lanzar opiniones y cubrir el trámite. Pero no. Al menos aquí no.
La Leyenda no nació para eso.
 
Nació del deseo profundo de darle voz a lo que muchos callan, de recordar lo que otros olvidan y de contar lo que el alma guarda aunque el tiempo pase.
 
Cada semana, esta columna no es solo un escrito: es una conversación contigo, lector de a pie, corazón despierto, memoria encendida. Es un paseo entre la nostalgia y la lucidez, entre la indignación y la esperanza, entre la poesía que alimenta y la política que desgasta.
 
Hoy, en esta entrega número 29, vuelvo a invitarte a sentarte a la mesa del alma.
Porque aquí no servimos noticias frías ni discursos enlatados. Aquí se cocina lento, con sazón de verdad y aroma de recuerdo. Se sirve caliente, como las causas que valen la pena y las luchas que no se olvidan.
 
Esta columna es también un refugio.
Para quienes ya no creen en promesas, pero aún creen en la palabra.
Para quienes han sido traicionados por los poderosos, pero no han traicionado su conciencia.
Para quienes saben que el poder sin humanidad es solo una maquinaria sin alma.
 
 
Y al mismo tiempo, es un homenaje.
A los rincones que resisten el paso del tiempo,
a los sabores que nos devuelven a casa,
a los poemas que aún saben llorar,
y a la música que nos arrulla con recuerdos.
 
Aquí, como cada domingo, vas a encontrar política, sí…
Pero no la que se disfraza.
Sino la que duele, la que enoja, la que nos involucra.
La que necesita ser contada con rigor, con memoria, con corazón.
 
Hoy empieza La Leyenda 29.
Gracias por venir, por leer, por sentir.
Gracias por no rendirte al olvido.
Porque aunque todo parezca oscuro, siempre habrá un texto, un rincón, un acorde o un verso que nos devuelva la luz.
 
Pasa. Toma asiento.
La plática ya comenzó.
 
 
(By Notas de Libertad).

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Adriana Solórzano Villanueva: El alma encendida de Pueblo Nuevo

La semilla de una vocación

Raíces que forman, voluntad que impulsa

 

No todas las personas que uno conoce en la vida trascienden en la memoria con la fuerza de lo vivido. Pero hay quienes, desde el primer saludo, siembran en el alma una presencia que no se borra. Y si uno tiene la suerte de coincidir con su vocación de servicio, su empuje, su calidez humana y su amor por su tierra, la admiración se vuelve parte del aprecio.

Así ha sido mi relación con Ma. Adriana Solórzano Villanueva, una mujer que ha hecho del compromiso social su camino de vida.

Vínculos que abren camino

Conocí a Adriana por su hermano Leonardo Solórzano, uno de mis grandes amigos, hombre bueno y leal, con quien comparto un cariño fraterno desde hace muchos años. Cuando Leo era presidente del PRI municipal, ya se hablaba con respeto de su hermana, una mujer joven pero decidida, que sabía conciliar su vida familiar con su compromiso comunitario. Desde entonces, su nombre me sonaba cercano, familiar. Pero fue con el trato, con el tiempo, con los encuentros cotidianos, como supe la clase de mujer que es.

Adriana no entró a la vida pública por ambición. Entró por convicción. Desde joven participaba en las actividades comunitarias, en las causas sociales, en todo lo que implicara tender la mano. Se ofrecía para organizar, ayudar, acompañar. Siempre atenta a los detalles, generosa con su tiempo, leal a los principios que su familia le inculcó desde la infancia.

Origen y formación con sentido de servicio

Adriana Solórzano Villanueva proviene de una familia con vocación de entrega pública y ejemplo moral. Su padre, el Dr. Juan Solórzano González, no solo fue un médico reconocido, sino también presidente municipal de Pueblo Nuevo, cargo que ejerció con seriedad, decencia y una visión clara del servicio como deber. Don Juan es recordado como un hombre íntegro, cercano al pueblo, que ejercía la autoridad con respeto y sabía escuchar con humildad.

 

Su madre, doña Elvira Villanueva Arroyo, es una mujer profundamente querida y admirada por quienes la conocen. Amable, fuerte, siempre dispuesta a extender la mano o a ofrecer una palabra de consuelo. Fue el corazón del hogar, pero también el espíritu que empujaba a todos a actuar con generosidad. No hay quien hable de ella sin sonreír o sin recordar algún gesto suyo de bondad desinteresada.

De ese hogar heredó Adriana la firmeza, pero también la ternura; el anhelo de superarse, pero también la humildad para reconocer el valor del otro.

Oriunda de Pueblo Nuevo, Guanajuato, Ma. Adriana es la sexta hija del matrimonio formado por el Dr. Juan Solórzano González y Doña Elvira Villanueva Arroyo. De ese hogar heredó la firmeza, pero también la ternura; el anhelo de superarse, pero también la humildad para reconocer el valor del otro. En su tierra natal cursó la primaria y la secundaria, destacando por ser aplicada, respetuosa y solidaria.

 

Sus maestros de la infancia la recuerdan con una sonrisa constante, participativa, sensible a lo que vivían sus compañeros. Nunca fue de las que pasaban desapercibidas. Tenía una luz particular. Y esa luz creció conforme ella misma fue madurando. Cursó la preparatoria en el Colegio Juan Duns Escoto, en Irapuato, donde ya comenzaba a involucrarse en tareas de organización social.

Se formó como Contadora Pública en la Universidad La Salle de León, y no se detuvo: hizo una especialidad en Auditoría y un diplomado en Docencia en la EPCA. Más adelante, sumó a su formación profesional la certificación como Coach en Programación Neurolingüística. Su vida académica, sin embargo, nunca la alejó de su pueblo. Siempre regresaba. A su gente. A sus calles. A sus raíces.

Primera llamada del deber

Desde muy joven encontró en el servicio una razón de vida. A diferencia de quienes esperan cargos o nombramientos, ella buscaba espacios de acción. En cada comité vecinal, en cada jornada social, en cada necesidad de la comunidad, Adriana era la primera en llegar. No buscaba reflectores; buscaba resultados.

 

Recuerdo especialmente una etapa que reveló la dimensión de su liderazgo: en el año 2010, durante la visita de monseñor José de Jesús Martínez Zepeda, entonces obispo de Irapuato. La organización del evento requirió semanas de coordinación, compromiso, contacto directo con la gente. Adriana fue la columna vertebral de ese esfuerzo. Ella coordinó a los voluntarios, resolvió imprevistos, gestionó apoyos. La vi de cerca. La admiré profundamente.

Trayectoria construida desde la empatía

 

Esa entrega no era ocasional: era constante. Y lo ha sido en todos los cargos que ha desempeñado. Fue Presidenta del DIF Municipal en cuatro períodos diferentes: 2003-2006, 2009-2012, 2015-2018 y ahora 2024-2027. Además, fue Presidenta Municipal de Pueblo Nuevo de 2012 a 2015.

 

Cada etapa dejó huellas imborrables. No solo por las obras o los programas —que fueron muchos— sino por la manera en que los vivió: con sencillez, cercanía y eficacia. La gente no la recuerda como una funcionaria: la recuerda como una amiga, como alguien que estuvo cuando más se le necesitaba.

 

El testimonio de una vecina del centro de Pueblo Nuevo lo dice todo: “Con ella, hasta el frío de la madrugada se siente menos cuando toca la puerta para llevarte una cobija o para escucharte”. Y otro, de un joven que hoy estudia medicina gracias a un apoyo del DIF: “Ella no solo me ayudó. Me animó a creer en mí mismo”.

 

Y esa es la esencia de la verdadera política: estar presente. Saber escuchar, comprender el dolor ajeno, celebrar los logros compartidos. Adriana ha sabido hacer todo eso. Y más.

 

Servir desde el corazón: el DIF como vocación viva

Un liderazgo que regresa con más fuerza

Volver al mismo cargo no siempre es repetir la historia. Para algunos es una oportunidad de revancha, para otros una rutina sin emoción. Pero para Adriana Solórzano Villanueva, su cuarto periodo como presidenta del DIF Municipal de Pueblo Nuevo representa una causa más grande que cualquier título: es su forma de estar cerca de la gente, de retribuir lo que la vida y su comunidad le han dado.

 

Volvió en 2024 como si fuera la primera vez. Con la energía intacta, pero con más experiencia; con la mirada clara, pero más profunda; con las mismas ganas de ayudar, pero con una estrategia renovada. Porque sabe que las necesidades de hoy no son iguales a las de ayer, pero el dolor sigue siendo dolor y la esperanza sigue valiendo todo.

El DIF, un hogar de todos

Volver al mismo cargo no siempre es repetir la historia. Para algunos es una oportunidad de revancha, para otros una rutina sin emoción. Pero para Adriana Solórzano Villanueva, su cuarto periodo como presidenta del DIF Municipal de Pueblo Nuevo representa una causa más grande que cualquier título: es su forma de estar cerca de la gente, de retribuir lo que la vida y su comunidad le han dado.

 

Para Adriana, el DIF no es una institución: es una casa abierta, un espacio que abraza, una trinchera contra la indiferencia. Su enfoque es claro: escuchar, resolver y regresar. En cada colonia hay alguien que puede dar testimonio de su paso. No como funcionaria que entrega apoyos, sino como mujer que acompaña procesos.

 

“Me ayudó cuando nadie más me escuchó”, dice Doña Remedios, una madre de tres hijos con discapacidad que recibió atención integral. “Ella no solo llegó con cobijas o despensas, sino con tiempo. Se sentó conmigo, me hizo sentir que valía”.

 

Ese tipo de comentarios no se fabrican. Se ganan. Y se multiplican por decenas en las comunidades, en los barrios, en las calles de tierra donde pocas autoridades se detienen. Pero ella sí.

 

Una agenda con rostro y nombre

 

Sus jornadas comienzan temprano y rara vez terminan antes del anochecer. Hay días en los que visita hasta cinco comunidades. No delega la presencia. Adriana va. Escucha. Observa. Anota. Y luego regresa con soluciones. No importa si es una silla de ruedas, una estufa ecológica, un tratamiento médico o un trámite burocrático que lleva semanas detenido: si es urgente para la familia, lo es para ella también.

 

En este periodo ha priorizado tres líneas de acción: la atención a personas mayores, el empoderamiento de mujeres jefas de familia y el fortalecimiento de la salud emocional de los jóvenes. No es un catálogo de programas: es una respuesta clara a las necesidades que ha detectado en campo.

El equipo que construye su reflejo

Adriana sabe que nadie puede hacerlo todo sola. Por eso ha formado un equipo de trabajo comprometido, sensible y con formación. “Lo que nos pide es simple: servir con el corazón”, dice una de sus colaboradoras. “Nos recuerda todos los días que las personas no vienen al DIF por gusto, vienen porque tienen una necesidad. Y nosotros estamos aquí para ayudarles, no para juzgarles”.

Hay capacitación constante, seguimiento cercano, y un ambiente de trabajo donde la empatía no es un eslogan, sino una condición de permanencia. A nadie le sorprende que quienes han trabajado con ella en otros periodos, regresen agradecidos cuando tienen la oportunidad.

Una líder que inspira y da el ejemplo

 

En un mundo político donde muchos líderes sólo dan órdenes desde la oficina, Adriana sigue recorriendo Pueblo Nuevo como lo hizo desde sus inicios. Sus botas se llenan de lodo cuando llueve. Sus manos reparten lo que llega, sin importar si hay cámaras. Su celular nunca está apagado. Y su agenda se adapta si alguien la necesita.

 

“Una vez vino hasta la puerta de mi casa porque no podía caminar”, recuerda un abuelo. “Pensé que mandaría a alguien, pero no. Ella llegó, me abrazó y se sentó a platicar. Como si me conociera de siempre”.

Esa es la diferencia. No se trata solo de programas bien diseñados o resultados visibles. Se trata del vínculo que ella genera con su comunidad. Porque el servicio, en sus manos, se vuelve humano. Y eso no se enseña. Se siente. Se transmite. Se hereda.

El servicio como herencia y como destino

En su familia hay historia de servicio. Su padre fue presidente municipal, y sus hermanos también han ocupado cargos públicos. Pero en Adriana hay algo más: un corazón profundamente entregado, un alma que vibra con la necesidad ajena, un carácter que no se doblega ante la adversidad.

 

El DIF de Pueblo Nuevo no es el mismo con ella. Tiene alma. Tiene dirección. Tiene propósito.

Y ese propósito es el de una mujer que no se cansa, que no se rinde, y que sigue creyendo que, con amor y trabajo, se puede cambiar la vida de alguien. Una por una, sin importar cuántas sean.

El servicio como herencia: cuando la familia gobierna con el corazón

Una dinastía del compromiso

Pueblo Nuevo ha sido testigo de una historia inusual y profundamente significativa: tres hermanos, tres etapas distintas, tres estilos complementarios, pero la misma raíz. La familia Solórzano no solo ha participado en la vida pública del municipio; la ha marcado con su ejemplo, con su trabajo y con su sentido del deber.

Leonardo Solórzano Villanueva, ha sido presidente municipal en cuatro ocasiones. No es casualidad. Es un hombre con carisma, capacidad de gestión y un conocimiento profundo del tejido social de Pueblo Nuevo. Sus administraciones se caracterizaron por su firmeza, por su empuje y por una visión clara del rumbo que debía tomar el municipio. Su liderazgo ha sido pilar en la transformación local.

Lari Solórzano Villanueva, su hermana, también asumió la presidencia municipal con buenos resultados. Con una energía fuerte, decidida, supo dar continuidad y también abrir nuevos caminos. Cercana a la gente, firme en las decisiones, dejó constancia de su compromiso con el municipio. Nadie podría negar que su paso fue sólido y bien recibido.

 

En medio de esa trilogía familiar, Adriana representa otro matiz del mismo amor por Pueblo Nuevo: el rostro tierno, cálido, profundamente humano del poder. No es que lo haga mejor ni peor. Lo hace distinto. Con un estilo suyo, personal, casi maternal.

Una presidenta que no necesitó imponerse, porque supo conectar

Cuando Adriana llegó a la presidencia municipal en 2012, ya tenía el respeto ganado por su trabajo en el DIF. Su nombre no era nuevo. Su forma de trabajar ya era conocida. La gente confiaba en ella no por apellido, sino por actos.

Y desde el primer día, esa confianza se transformó en cercanía. Ella no gobernaba desde el escritorio: caminaba. Escuchaba. Apuntaba. Regresaba. Quien la buscaba no era derivado a una ventanilla. Adriana respondía con voz propia, con atención verdadera.

Obras que la gente pidió y ella cumplió

Su administración impulsó calles, parques, techumbres, aulas escolares, y apoyos sociales. Nada se hizo por inercia ni por ocurrencia. Todo fue consultado. Todo tuvo un propósito.

“Con Adriana se sentía que la presidencia tenía corazón,” recuerda un profesor de una comunidad “No solo porque hizo cosas, sino por cómo las hizo”.

Había reuniones abiertas en las comunidades, desayunos con madres jefas de familia, encuentros con estudiantes, diálogo con comerciantes. Cada voz era válida. Cada necesidad se tomaba en serio.

El valor de la presencia

El testimonio más constante de quienes convivieron con ella es uno: Estaba cuando hacía falta. En un sepelio, en una inauguración, en una plática con adolescentes, o en una casa humilde donde alguien necesitaba ayuda.

“Una vez le llamamos por una fuga de agua en la escuela. Pensamos que mandaría a alguien, pero ella llegó personalmente”, relata una directora. “Me dijo: si queremos que los niños estén bien, tenemos que resolver esto ya”.

 

Así era. Así es. No delega la sensibilidad. La asume.

 

Un estilo que completa, no que compite

 

Leonardo, Lari y Adriana no rivalizan. Se complementan. Cada uno con su carácter, su formación y su forma de mirar el servicio. Pero si algo los une es el amor por su pueblo.

 

Y si algo distingue a Adriana es ese yo interior transparente, lleno de luz, de entrega silenciosa, de bondad sin cálculo. No habla para convencer. Habla para acompañar. No actúa por ambición. Lo hace por vocación.

 

La historia de Pueblo Nuevo no podría contarse sin ellos. Pero lo que Adriana ha aportado, con ese estilo suyo tan noble, ha dejado una huella profunda, hecha de abrazos, de palabras dulces, de presencias firmes y de silencios oportunos.

Porque gobernar no siempre es ordenar. A veces, es simplemente… estar.

Una vida de luz: Adriana Solórzano y el poder de lo invisible

 

Más allá del cargo: una mujer que transforma con su ser

 

Hay personas que, aunque no tengan el micrófono, hacen más ruido con su ejemplo que mil discursos. Hay quienes, sin alzar la voz, marcan generaciones. Y hay quienes, como Adriana Solórzano Villanueva, hacen de la bondad una forma de liderazgo.

En cada etapa de su vida pública, Adriana ha sabido poner su esencia por delante: su forma de mirar con ternura, de hablar con respeto, de actuar sin estridencias, de abrazar con sinceridad. Su poder no proviene de las estructuras: viene de dentro. Y eso, aunque no se ve, se siente.

El reflejo de su alma en su familia

Ser madre ha sido su mayor compromiso y su más profunda realización. A sus hijos, la Dra. Ana Camila y el Ing. Juan Alejandro, los formó entre responsabilidades públicas, agendas intensas y tareas escolares. Pero nunca les faltó lo esencial: amor, presencia, guía y oración.

“Mi mamá me enseñó que servir a los demás es una forma de agradecer a la vida”, dice Camila. “Y que una sonrisa puede ser el mejor regalo para alguien que lo está pasando mal”.

Juan Alejandro, más reservado, lo resume con una frase que escuchó de ella desde pequeño: “No importa lo que logres, importa a cuántos ayudaste a lograr algo”.

Ellos son su mayor orgullo. Y son, también, el espejo de lo que ella es.

La red invisible de cariño

 

En Pueblo Nuevo no hay comunidad donde alguien no tenga una historia con Adriana. La señora que recibió apoyo para una operación, el niño con discapacidad que hoy tiene una andadera nueva, la joven madre que pudo aprender un oficio, el adulto mayor que volvió a sentirse visto.

 

Su red de afecto no está en las estructuras administrativas. Está en los recuerdos, en las oraciones de las abuelas, en los dibujos que los niños le entregan con crayones, en las lágrimas agradecidas de quienes fueron escuchados.

Reconocimientos que no la cambiaron

En 2013 recibió el Premio Nefertiti, una distinción que se entrega a mujeres con trayectoria ejemplar en Guanajuato. Ese mismo año, fue reconocida a nivel nacional como una de las diez mejores presidentas municipales del país por la Fundación Liderazgo Hoy.

 

¿Su reacción? Ninguna celebración pomposa. Ninguna rueda de prensa. Solo más trabajo. Más visitas. Más presencia. Porque para ella, lo verdaderamente valioso no está en los galardones, sino en la sonrisa de un niño, en la confianza de un abuelo, en la fe renovada de una madre joven.

Una familia que se fortalece entre sí

Leonardo, su hermano, ha sido su gran respaldo. Hombre de carácter, de temple, con una carrera política sólida y respetada, ha sido también su guía y confidente. En cada etapa, él ha estado ahí, como hermano mayor, como consejero y como aliado.

 

Lari, su hermana, también ha sido un faro. Compartieron no sólo el camino político, sino la visión de que el poder solo vale si se pone al servicio del otro. Juntas se acompañan, se entienden, se respetan. Y aunque cada quien ha seguido su propio andar, comparten el mismo motor: el amor por su pueblo.

 

En la familia Solórzano no hay competencia. Hay respeto, cariño y convicción. Cada uno con su estilo. Cada uno con su sello. Pero todos con el corazón puesto en la tierra que los vio crecer.

Lo que no se escribe en los informes

Lo que ha hecho Adriana no siempre cabe en un reporte institucional. Porque muchas de sus acciones fueron silenciosas. Una llamada para acompañar. Una visita fuera de horario. Una oración dicha en voz baja por alguien que sufría.

La diferencia de Adriana es su yo interior. Una fortaleza hecha de fe, de dulzura, de intuición, de amor por la vida. En ella no hay dureza disfrazada de autoridad, ni estrategia disfrazada de empatía. Hay verdad. Hay humanidad.

Una mujer inolvidable

Hoy, en su cuarto periodo al frente del DIF Municipal, Adriana sigue siendo la misma: atenta, sencilla, firme en sus convicciones. No quiere reflectores. No busca homenajes. Pero su comunidad la quiere, la admira, la recuerda.

Y yo, que la he visto caminar desde sus primeros pasos públicos, que la he llamado “ahijada” con cariño y admiración, puedo decirlo con certeza: Adriana Solórzano Villanueva es una de esas personas que justifican la esperanza en lo público. Una de esas almas que, con solo estar, hacen que el mundo sea un poco mejor.

 

(By operación W).

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Guanajuato: ¿Cambio estructural o espejismo estadístico en la seguridad pública?

Entre cifras y realidades
 
Abril de 2025 marcó un punto de inflexión para Guanajuato en materia de seguridad pública.
Con un total de 195 homicidios dolosos registrados, se alcanzó el nivel más bajo en ocho años.
La reducción intermensual fue del 43.1%, y la baja anual, del 25%.
Este tipo de contracciones sostenidas en un delito de alta estabilidad como el homicidio indican un cambio estructural y no un fenómeno aislado.

Pero el análisis no puede detenerse en los números; debe explorarse la raíz del fenómeno y su sostenibilidad a largo plazo.
la credibilidad.
Es imperativo entender que los descensos abruptos en homicidios dolosos no ocurren por azar ni por milagro estadístico.
Responden a rupturas concretas en las lógicas delictivas y a intervenciones gubernamentales efectivas que rompen ciclos de impunidad o control territorial criminal.
El desafío de interpretar correctamente estas cifras no es menor: una buena lectura permite fortalecer las decisiones estratégicas, una lectura ideológica puede desvirtuarlas.
 
 
CONFIA: una estrategia de inteligencia táctica
 
CONFIA, la Coordinación Operativa de la Nueva Fuerza de Inteligencia Anticrimen, ha sido el eje rector de esta transformación.
Esta estrategia no se centra únicamente en la presencia policiaca visible, sino en la construcción de un modelo predictivo y de inteligencia táctica.

A través de una fusión interinstitucional de datos y una intervención focalizada en zonas críticas, se replanteó el paradigma de reacción por uno de prevención activa.
El modelo CONFIA representa un nuevo lenguaje de seguridad, basado en la comprensión territorial y el diagnóstico criminológico.
La clave de su éxito radica en la flexibilidad operativa y la integración de capacidades municipales, estatales y federales.
CONFIA representa un modelo sin precedente en el estado: un esfuerzo sostenido por transitar de la improvisación a la inteligencia.
Integra plataformas tecnológicas, mapeos de riesgo dinámicos y enlaces con fuerzas federales y municipales en tiempo real.
Esta integración de capacidades ha permitido actuar con precisión quirúrgica en puntos críticos, desarticulando células y reduciendo su capacidad operativa.
La clave está en que CONFIA no busca exterminar al enemigo, sino cortar su flujo operativo, bloquear sus economías ilegales y fracturar su poder local.
 
 
Resultados y desafíos persistentes
Los homicidios dolosos no fueron el único indicador a la baja.
También se registraron descensos en el robo de vehículo con violencia (-24.4%), narcomenudeo (-14.5%) y robo a negocio (-9.2%).
Estos delitos tienen un vínculo directo o indirecto con la operación de estructuras criminales organizadas.
Cuando múltiples indicadores delictivos se reducen de manera sincronizada, se habla de una afectación sistémica a las redes ilícitas.

Aun con estos avances, Guanajuato continúa en los primeros lugares de violencia a nivel nacional, lo que plantea un desafío persistente para consolidar los logros.
El impacto de la estrategia se ha reflejado también en las cifras de delitos patrimoniales.
El robo a negocio descendió un 9.2%, el narcomenudeo bajó 14.5% y el robo de vehículo con violencia se redujo en 24.4%.
No se trata solo de bajar números: estas reducciones alteran directamente las estructuras económicas del crimen organizado.
Una red delictiva debilitada financieramente es una red sin capacidad de corrupción, expansión o reclutamiento.
Estos logros, aunque contundentes, deben analizarse con sensatez: los riesgos de un rebote existen si no se institucionalizan las soluciones.
 
 
La percepción ciudadana: una brecha por cerrar
Las cifras pueden mejorar, pero la percepción ciudadana es un campo de batalla aparte.
La inseguridad percibida sigue alta y no siempre responde de inmediato a las tendencias estadísticas.
Un cambio real en la percepción demanda más que comunicados: requiere presencia efectiva del Estado en los espacios públicos y resultados judiciales sólidos.
La confianza se construye cuando la gente se siente protegida en su entorno inmediato, no solo cuando se le informa que la violencia ha disminuido.
Sin percepción de justicia ni acompañamiento a las víctimas, la reducción delictiva puede sentirse lejana o incluso irrelevante.
La percepción ciudadana no se alinea automáticamente con las estadísticas; la gente cree lo que vive, no lo que le dicen.
Por eso, cada cifra debe estar acompañada de una transformación visible: colonias más tranquilas, policías más cercanos, justicia más accesible.
El reto de Guanajuato no es solo mantener los indicadores a la baja, sino traducirlos en sensaciones diarias de tranquilidad para sus habitantes.
Sin justicia visible ni presencia territorial sostenida, las buenas cifras se desvanecen en la incredulidad social.
 
 
Hacia una seguridad sostenible
 

Guanajuato ofrece hoy un caso de estudio para la seguridad pública nacional.
La evidencia muestra que una estrategia con inteligencia, coordinación y liderazgo puede revertir tendencias de violencia incluso en estados altamente afectados.
El siguiente paso es garantizar que este descenso sea duradero, con inversiones municipales, fortalecimiento judicial y continuidad operativa.
Reducir homicidios sin recurrir a la militarización indiscriminada es posible; CONFIA lo ha comenzado a demostrar.
Lo que sigue es consolidar lo logrado y, sobre todo, convertir las cifras en confianza.
Este descenso no es una casualidad ni una excepción estadística: es el resultado de una metodología que comienza a dar frutos.

La inteligencia aplicada y la voluntad política son capaces de revertir las tendencias más crudas si se trabaja con método y con valor institucional.
No todo está resuelto, pero por primera vez en años, Guanajuato tiene una ventana de oportunidad real para la pacificación.
Sostener esa ventana abierta será responsabilidad compartida: de las autoridades, de los operadores judiciales, de la prensa y de la ciudadanía misma.
No basta con que los homicidios bajen: el objetivo final debe ser que nadie más viva con miedo. Esa es la medida real de una estrategia exitosa.
 
(By operación W).

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"Soneto do Amor Total"

De: Vinicius de Moraes

Soneto del amor total
Soneto do Amor Total

Te quiero tanto, mi amor... no cantes
Amo-te tanto, meu amor, não cante

El corazón humano con más verdad
O humano coração com mais verdade

Te amo como un amigo y como un amante
Amo-te como amigo e como amante

En una realidad cada vez más diversa
Numa sempre diversa realidade
 
Te amo en amor con una calma, amorosa amorosa amorosa
Amo-te afim, de um calmo amor prestante

Y te amo más allá, presente en el anhelo
E te amo além, presente na saudade

Te amo, por fin, con gran libertad
Amo-te, enfim, com grande liberdade

Dentro de la eternidad y cada instante
Dentro da eternidade e a cada instante
 
Te quiero como a un bicho, yo solo
Amo-te como um bicho, simplesmente

De un amor sin misterio y sin virtud
De um amor sem mistério e sem virtude

Con un deseo masivo y permanente
Com um desejo maciço e permanente
 
Y amarte tanto y a menudo
E de te amar assim, muito e amiúde

Es sólo que un día en tu cuerpo de repente
E que um dia em teu corpo, de repente

Moriré de amar más de lo que pude
Hei de morrer de amar mais do que pude

Si quieres escucharlo en la voz de: Toquinho y Camilla Faustino

Sobre el poema: Amar con el cuerpo y con la eternidad
Es amar como si el tiempo no existiera, como si el amor desafiara incluso la muerte.
 
Hay poemas que no se escriben para la literatura, sino para la vida. Que no nacen del artificio, sino del temblor. El “Soneto do Amor Total” de Vinicius de Moraes es eso: un mapa del amor cuando ya no se puede decir de otra forma que no sea con el alma desnuda.
Este poema no plantea un amor parcial, ni condicionado. Plantea un amor que no se divide entre la piel y el espíritu, entre la razón y el deseo, entre la presencia y la ausencia.
Es, en esencia, un amor absoluto, que no se niega a ninguna de sus formas.
Desde el primer verso —“Amo-te tanto, meu amor... não cante / O humano coração com mais verdade”— el poeta declara que no hay melodía más verdadera que la de su propio amor. No es una afirmación poética: es una rendición.
Vinicius dice que ama “como amigo y como amante”. Ama “afín”, con calma, pero también con *saudade*, esa nostalgia que en Brasil no es solo tristeza, sino también ternura por lo vivido y lo soñado. Ama con libertad, sin posesión. Con entrega, sin fronteras.
En los últimos versos, el amor se vuelve animal, instintivo, sin moral ni virtudes, un deseo macizo que no se disfraza. Y en ese clímax emocional, el poeta revela la mayor confesión: “Hei de morrer de amar mais do que pude”. No morirá de pena ni de olvido, sino de haber amado más allá de lo que su cuerpo resistía.
Este poema no es sobre un amor posible, ni práctico, ni de novela. Es sobre el amor que se desea vivir aunque duela, aunque consuma, aunque sea efímero. Porque no busca durar para siempre, sino abarcarlo todo mientras dura.

Vinicius no nos habla desde el amor racional, sino desde el amor que arde, que arrasa, que libera y también mata un poco. Es una oración pagana al amor total: físico, espiritual, libre, posesivo, triste, alegre, animal, eterno y efímero… todo al mismo tiempo.
Y en su contradicción, es profundamente humano. Por eso este soneto no se olvida. Porque todos hemos querido, alguna vez, amar así. Aunque fuera solo un instante.

 
 
Sobre el autor: Vinicius de Moraes: el hombre que amó sin medida
 
Vinicius de Moraes no fue un poeta. Fue un incendio. 
Un incendio que supo arder con la ternura de un suspiro, con la nostalgia de un atardecer en Río de Janeiro y con la fe de quien cree que el amor vale incluso cuando duele.
Nació el 19 de octubre de 1913 en el alma de Brasil,

pero se volvió universal cuando decidió que la poesía no debía encerrarse en libros sino salir a caminar por la playa, sentarse a beber con los amigos, besar con desmesura y cantar desde la entraña.
Fue diplomático, dramaturgo, cronista, compositor y cantor.
Pero por sobre todo, fue poeta de la vida, ese que escribe sin censura, que ama sin reglas, que sufre sin esconderse, que convierte el deseo en palabra y la palabra en canción.
Junto a Tom Jobim, Toquinho, Baden Powell, Maria Bethânia, Elis Regina,
y tantos más, Vinicius tejió los hilos más íntimos de la bossa nova y del alma brasileña. Escribió himnos al amor y al desencanto, como quien entiende que la tristeza también puede ser luminosa si se canta con verdad.
Garota de Ipanema, A felicidade, Chega de saudade, Canto de Ossanha, Samba da bênção,
son apenas algunas de las joyas que brotaron de su pluma herida y generosa.
Pero más allá de sus canciones, lo que Vinicius nos dejó fue una manera de mirar la vida:
con deseo, con ternura, con saudade y con vino. Y si era de noche, mejor.
Amó muchas veces. Se casó muchas veces.
Y cada vez, lo hizo como si fuera la primera. Creía, de verdad, que amar era un acto revolucionario, y que nada vale la pena si no te consume un poco el alma.
Murió el 9 de julio de 1980. Pero Vinicius nunca se fue.
Porque cada vez que alguien ama sin medida, declama un soneto de amor total o canta una bossa bajo las estrellas, el Poetinha vuelve a la vida.

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Donde el hambre es destino y el sabor, milagro

No hay brújula que valga cuando el corazón se rinde al antojo. En esta entrega de Rincones y Sabores: La guía completa para el alma, el paladar y la vida, el mapa se vuelve emoción y el antojo, una ruta. Aquí no venimos a contar lugares: venimos a narrar milagros que se comen.
El viaje comienza en Guanajuato capital, donde Zona Dorada guarda silencio frente al espejo de la presa. No hay ruido, pero hay música. Cada plato susurra leyendas de sal, de costa lejana, de memoria traída en hielo hasta una mesa que se llena de asombro. Es cocina marina que no grita: encanta.
También en Guanajuato, la elegancia se pone mandil en Amatxi. Una embajada del alma vasca en tierras del Bajío. Aquí, el pimiento y el bacalao bailan con decoro, con historia, con alma. Cocina de abuela orgullosa, de marinero agradecido, de hijo que regresa.
En Pueblo Nuevo, la tierra se vuelve aroma y mazorca. Elotes Raúl no es un antojo: es una ceremonia. Mayonesa, chile, queso: ofrenda al maíz que no necesita templo, porque lo tiene todo en un carrito y una sonrisa.
Seguimos hacia Cortázar, donde la harina y el maiz cantan. Gorditas El Molino no se sirven: se heredan. Las palmas que amasan son las mismas que acarician la vida con paciencia. Aquí, cada mordida es un rezo con sabor a niñez.
Salamanca pone en alto su nombre querido. En cada taco al vapor de Mi Salamanca Querida, hay vapor de casa, de patio, de recuerdo. No es solo comida: es una carta escrita con tortilla y nostalgia.
Y de pronto, en San José Iturbide, la historia vuelve al plato. En Restaurante Nantli, cada bocado es un eco de raíz. Antigua, orgullosa, persistente. Comer ahí es entender que la tradición también puede reinventarse sin dejar de ser sagrada.
Y cerramos con pólvora de sabor en Acámbaro. Tacos El Cuñao es la voz más clara de un pueblo que cocina como se quiere: con fuerza, con sazón, con ganas. Aquí, el taco no se come: se respeta.
No se trató de rutas, ni de mapas, ni de destinos. Fue hambre. Hambre buena. De esa que no solo se calma: se celebra.
En su andar reciente, el Tragón recorrió Guanajuato capital, Pueblo Nuevo, Cortázar, Salamanca, San José Iturbide y Acámbaro. Y en cada parada, dejó testimonio de que el alma también se nutre con sabor.
 
(By Notas de Libertad).

Zona Dorada: Donde el agua callada guarda sabor de mar en Guanajuato

El reflejo de una promesa
 
Hay lugares que no gritan para ser encontrados. Se dejan descubrir. Se esconden en la pausa, en la curva tranquila de una calle, en la orilla serena de una presa que ha visto pasar generaciones. Ahí, donde Guanajuato respira sin el bullicio del centro, junto a la Presa de la Olla, vive Zona Dorada. Y no es un nombre pretencioso. Es una declaración de intenciones. Es el espacio donde la sencillez se convierte en elegancia y la frescura en ritual.
 
No es necesario seguir el aroma de carbón o de cocina rebuscada. Aquí la guía es la intuición, el antojo, el deseo de algo sabroso pero distinto. Quien llega, suele volver. Y quien no ha ido, no sabe lo que se pierde.
 

Sabor a marea en la montaña
 
Zona Dorada no pretende parecer un restaurante de playa. No tiene conchas en las paredes ni sombrillas de palma. Tiene algo mejor: mar en el paladar. Mar en cada platillo. Mar en la intención.
 
Su cocina es un puente entre lo fresco y lo bien hecho. Aquí el aguachile no es solo un platillo, es un manifiesto: el pescado debe hablar por sí mismo. El ceviche se sirve con la dosis exacta de picor y sabor para que guste mucho y nadie se aparte de disfrutarlo, sino que despierte en la mente una verdadera explosión de sabores y combinaciones. Hay camarones, sí, pero sobre todo hay alma en la forma en que se presentan. Se nota que hay alguien detrás de la barra que conoce lo que toca, que corta el limón con respeto y no con prisa.
 

Uno puede encontrar su platillo favorito o dejarse sorprender. ¿Una tostada de marlín ahumado? ¿Un caldo de camarón que reconcilia cuerpo y espíritu? ¿Un taco de pescado crujiente con salsas hechas en casa? Todo eso, y más, sin necesidad de buscarlo en un menú interminable. Porque aquí no hay menú para impresionar: hay platillos para recordar.
 

La bebida como fiesta
 
Y si la comida es el alma, las bebidas son la sonrisa. Zona Dorada sabe que en Guanajuato el calor puede ser seco, persistente, engañoso. Por eso ofrecen remedios disfrazados de placeres: micheladas con escarcha digna de altar, limonadas de coco que son un abrazo líquido, cervezas heladas que no necesitan presentación.
 
Cada trago está pensado para acompañar, no para competir. La bebida aquí no es un pretexto, es parte de la experiencia. Uno termina brindando, incluso si no venía a celebrar nada.
 

El lugar que abraza sin ruido
 

Zona Dorada no es un lugar al que se entra por accidente. Está donde las calles de la ciudad ya no corren, sino que caminan. Desde sus ventanales se ve el agua quieta, y desde su terraza, el cielo parece quedarse a conversar.
 
La decoración es sencilla, con detalles que invitan, no que distraen. El mobiliario cómodo, la música discreta, la atención siempre amable pero jamás invasiva. Aquí nadie se siente apurado. Nadie necesita hablar fuerte. Es un sitio donde uno puede llegar a almorzar y quedarse a ver caer la tarde.
 
Hay mesas donde se escuchan risas, otras donde se intercambian silencios largos. Hay familias, hay parejas, hay amigos de toda la vida. Todos caben, todos son bienvenidos.
Y todos se van con la sensación de haber estado en un sitio que entendió lo que necesitaban, aunque no lo supieran.
 

Un rincón sin pretensión y con corazón
 
Lo que hace especial a Zona Dorada no se puede encerrar en un platillo ni en una imagen. Es el conjunto. Es el todo que se arma con detalles: el saludo al llegar, la cortesía genuina, la limpieza impecable, el sabor que no traiciona.
 
Es un restaurante que no necesita carteles ni influencers. Se ha hecho de un nombre por la vía más difícil: la del boca a boca. La de la recomendación sincera. Porque quien ha ido, lo recomienda con afecto. Porque sabe que encontró un sitio que no quiere ser el mejor restaurante del mundo, sino el mejor momento del día.
 

Regresar ya no es decisión, es instinto
 
Guanajuato capital está llena de rincones hermosos, sí, pero pocos tan sinceros como éste. Zona Dorada es un respiro. Es un paréntesis de frescura y sabor. Es una puerta abierta al disfrute sin culpa.
 
Cuando uno termina de comer, no queda pesado. Queda agradecido. Y sale con una sonrisa que no sabe si es del postre, del aguachile, de la charla, o de todo junto. Porque al final, eso es lo que deja Zona Dorada: una experiencia que no pide explicación, solo un nuevo pretexto para volver.
 
(By la gira del tragón)

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Domingo 25 al 31 de mayo

Cada semana, el tiempo se nos entrega como un lienzo antiguo donde el cielo y la tierra escriben juntos su relato. Son siete días, pero traen siglos a cuestas. En sus entrañas habitan los nombres de santos que guiaron con su fe, las fechas que estremecieron al mundo con su peso histórico, y las conmemoraciones que nos obligan a recordar que hay causas vivas, aunque el calendario las nombre solo una vez al año.
 
Esta semana que nos ocupa no es una más. Es una constelación de memorias sagradas y la marea de los días que cambiaron el rumbo de naciones, de pueblos, de almas. A veces será una espada, otras un poema. A veces será una vela encendida en la capilla de una abuela, otras una marcha de miles por una plaza que ya no existe. Pero siempre —siempre— será una lección.
Bienvenidos a este recorrido de siete pasos por la historia viva y la huella del espíritu. Que lo que aquí se nombra no se olvide. Que lo que aquí se recuerda, nos despierte.

Domingo 25 de mayo


San Beda el Venerable – Monje inglés y doctor de la Iglesia, autor de una monumental historia eclesiástica de los anglos.
San Gregorio VII – Papa reformador del siglo XI, defensor de la independencia de la Iglesia frente al poder político.
Santa Magdalena Sofía Barat – Fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón, dedicada a la educación de las jóvenes.
San Aldelmo de Sherborne – Obispo sajón y poeta latino, célebre por su erudición y santidad.
San Dionisio de Milán – Obispo firme ante las herejías de su tiempo, mártir por la fe en el siglo IV.
 
Lunes 26 de mayo


San Felipe Neri – Conocido como el “apóstol de Roma”, sacerdote alegre y profundo, fundador del Oratorio.
San Eleuterio – Papa y mártir en tiempos difíciles para la Iglesia, promotor del cristianismo en las Galias.
San Simitrio de Roma – Mártir romano que entregó su vida junto a muchos compañeros en las persecuciones imperiales.
San Prisco de Capua – Primer obispo de Capua, venerado como uno de los padres de la fe en Italia meridional.
Beata María Bartolomé Bagnesi – Terciaria dominica florentina, vivió en reclusión con profunda vida mística.
 
Martes 27 de mayo


San Agustín de Canterbury – Primer arzobispo de Canterbury, enviado por el papa Gregorio Magno a evangelizar Inglaterra.
San Restituto de Roma – Mártir cuya sangre selló el testimonio de fe durante las persecuciones romanas.
San Bruno de Würzburg – Obispo alemán, erudito y consejero imperial, promotor del arte y la liturgia.
San Eutiquio de Canterbury – Sucesor de Agustín en la misión evangelizadora en Inglaterra.
Beata María Antonia de San José – Mística y fundadora argentina, propagadora del culto al Santísimo Sacramento.
 
Miércoles 28 de mayo


San Germán de París – Obispo caritativo y reformador, amigo de los pobres y modelo de santidad pastoral.
San Emilio de Córdoba – Mártir mozárabe ejecutado por no renunciar a su fe en la España islámica.
San Guillermo de Gellone – Noble guerrero que dejó las armas por la vida monástica, pionero del monacato en Francia.
Beato Lanfranco de Pavía – Obispo italiano, sabio y justo, protector de los pobres y reformador del clero.
Beata Margarita Pole – Mártir inglesa, madre de un cardenal, ejecutada por Enrique VIII por su fidelidad al papa.
 
Jueves 29 de mayo


San Maximino de Tréveris – Obispo galo que defendió a San Atanasio y combatió el arrianismo.
San Cirilo de Cesarea – Mártir de los primeros siglos, asesinado por su adhesión a Cristo.
San Teodosio de Córdoba – Mártir mozárabe bajo dominio musulmán, símbolo de la resistencia cristiana.
San Conón de Iconio – Mártir de Asia Menor, firme en la confesión de fe frente al Imperio Romano.
Beata Ursulina de Parma – Religiosa dedicada a la educación y al servicio, promotora de vocaciones femeninas.
 
Viernes 30 de mayo


Santa Juana de Arco – Campesina francesa que comandó ejércitos por inspiración divina; mártir y heroína nacional.
San Fernando III de Castilla – Rey sabio y santo, unificador de reinos ibéricos y protector de la Iglesia.
San Exuperancio de Rávena – Obispo y pastor fiel en tiempos de invasiones bárbaras.
San Gabino de Porto Torres – Mártir sardo, defensor de la fe frente al poder imperial romano.
Beato Otón Neururer – Sacerdote austríaco asesinado en un campo nazi por ejercer su ministerio.
 
Sábado 31 de mayo


La Visitación de la Virgen María – Fiesta litúrgica que recuerda la visita de María a su prima Isabel, signo de caridad y alegría mesiánica.
San Petronilo – Mártir romano, considerado por la tradición como discípulo de San Pedro.
San Hermias de Comana – Mártir de Capadocia, torturado por su fidelidad inquebrantable a Cristo.
San Cancio, Canciano y Cancianila – Tres hermanos mártires de Aquilea, ejecutados por profesar su fe cristiana.
Beata María Trinidad de la Cruz – Religiosa carmelita descalza, martirizada durante la persecución religiosa en España.

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Música para recordar el ayer

Jeanette: cuando una voz parece hecha de niebla

No se canta igual cuando se ha amado en silencio
 
A veces, una canción no nos recuerda a nadie… porque nos recuerda a todos. A lo que no dijimos. A lo que no supimos cuidar. A lo que se nos fue de las manos como el humo de un cigarro apagado en la madrugada. Así es la voz de Jeanette. No canta: evoca. No interpreta: nos devuelve el eco de lo que fuimos.

Jeanette no llegó al mundo para deslumbrar. Llegó para quedarse. Para instalarse en ese rincón del alma donde habita lo que no supimos nombrar. Nació en Londres, en 1951, hija de madre española y padre de origen sefardí. Desde pequeña habitó varios mundos: el idioma inglés, la nostalgia ibérica, el sol de las Islas Canarias. Pero no fue ni de aquí ni de allá. Fue suya. Y su voz terminó por ser de todos.
 
 

Pic-Nic: el susurro que se volvió himno
 
Su primer susurro fue con Pic-Nic, ese grupo de juventud formado en los sesenta, donde una chica de rostro suave y voz casi infantil nos dijo “cállate niña”, y no pudimos dejar de escucharla. Aquella canción, aparentemente sencilla, era una delicada revolución. Nadie cantaba así: con fragilidad, con ternura, con una tristeza apenas escondida detrás de lo cotidiano.
Era un susurro que atravesaba las paredes de la radio para colarse directo a las pulsaciones. Y entonces lo supimos: no era una cantante más. Era distinta. No parecía venir de los escenarios, sino de un cuarto con la ventana abierta.
Pero como todo lo bello y breve, Pic-Nic se disolvió. Y Jeanette, en lugar de quedarse en los recuerdos, volvió como una tormenta suave que marcaría para siempre la historia de la música en español.
 
 

Porque te vas: la canción que nadie olvidó
Después llegó la canción que la hizo inmortal, aunque ella nunca la buscó: Porque te vas. La grabó en 1974, escrita por José Luis Perales, pero pasó desapercibida… hasta que el cine la rescató. Fue en Cría Cuervos, de Carlos Saura, donde esa voz de cristal empapado en melancolía encontró el escenario perfecto. Y entonces explotó. En Francia, en Alemania, en todo el continente, y también aquí.
Pero incluso en el éxito, Janette se mantuvo aparte, como si la fama le rozara sin alcanzarla. Como si perteneciera más a la sombra que al reflector. Nunca se disfrazó de diva. Nunca gritó para que la escucharan. Y, sin embargo, medio mundo la escuchó.
Porque te vas no fue solo una canción famosa. Fue el eco universal del adiós, de lo que nunca se dijo, de lo que nos arde todavía cuando lo recordamos. Su voz no interpretaba una historia: nos la devolvía, como si todos fuéramos los que se quedaban viendo cómo alguien más se alejaba.
 
 

La belleza de no buscar el aplauso
 
Jeanette no llenó estadios. Llenó habitaciones vacías. Llenó los huecos que deja un “adiós” en el pecho. Grabó canciones preciosas que casi nadie recuerda, porque no gritó su éxito. Porque jamás vendió escándalos, ni posó para las portadas del olvido. Eligió ser quien era. Le bastó con cantar de espaldas al ruido.
Su estilo fue minimalista, su presencia discreta, su magnetismo profundo. No necesitó vestuarios excéntricos ni coreografías. Le bastaba un micrófono, una melodía melancólica y ese hilo de voz que parecía moverse entre la luz tenue y la lluvia interior. Cantaba con la emoción en carne viva, sin maquillaje, sin artificios.
En cada nota había algo tembloroso. No era fragilidad: era verdad. Su forma de cantar dolía bonito, como una carta que llega tarde. Como una despedida en voz baja. Como un recuerdo que no se borra, aunque el tiempo lo intente.
 
 

Otras canciones que también duelen bonito
 
Jeanette siguió grabando después del gran éxito. En sus discos posteriores, hay canciones llenas de ternura, nostalgia y verdad, como Soy rebelde, Frente a frente, Estoy triste y El muchacho de los ojos tristes. Canciones que parecieran no tener la fuerza de un himno… pero que se cuelan por la rendija del alma y se instalan ahí, sin pedir permiso.
Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así es quizá el segundo mayor emblema de su carrera. No habla de rebeldía política o social, sino de una resistencia íntima: la de quien no se deja endurecer por el dolor. La de quien, aunque le duela, sigue creyendo en el amor.
Su rebeldía era la del silencio, la de la tristeza que se dignifica, la de los amores que no fueron escándalo, pero marcaron para siempre.
 
 

Janette hoy: el susurro que no se apaga
 
Hoy Jeanette vive en el margen sereno de la historia musical. No busca reflectores. No hace giras masivas. No da entrevistas polémicas. Pero basta con que suene su voz en cualquier rincón para que algo dentro de nosotros se despierte.
Su legado no está en cifras, sino en emociones. No en discos de oro, sino en memorias compartidas. Es la cantante de lo que no se grita. De lo que se siente con los ojos cerrados. De lo que queda cuando el amor se ha ido.
Y aunque no la busques, un día —cuando menos lo esperes— vas a escucharla otra vez. En la radio de un taxi, en una tienda vieja, en la película de tu vida. Y entonces dirás: “esa voz... esa es Jeanette”.

 

(By Notas de Libertad).
 

Corazón de Poeta

Comiénzame a Vivir

Porque te Vas

Whitney Houston: la voz que hizo temblar al cielo

El don que nace una sola vez por generación
 
Hay voces que se entrenan, que se estudian, que se forman con disciplina. Y hay otras que simplemente nacen. La de Whitney Houston fue una de esas. Un milagro vocal con forma de mujer. Desde que abrió la boca por primera vez para cantar, el mundo supo que algo extraordinario estaba ocurriendo.
Nacida el 9 de agosto de 1963 en Newark, Nueva Jersey, Whitney no fue una aparición repentina. Fue una herencia y una promesa. Su madre, Cissy Houston, era una reconocida cantante de góspel; su prima, Dionne Warwick; y su madrina espiritual, la gran Aretha Franklin. Con esos nombres en el árbol familiar, el destino parecía escrito. Pero Whitney no se conformó con ser heredera: decidió ser única.
 
 

El despegue más brillante de la historia del pop
 
Su primer álbum, 'Whitney Houston', lanzado en 1985, fue más que un debut: fue una revolución melódica. Cada canción era un acierto, cada nota una muestra de fuerza y emoción. 'Saving All My Love for You', 'How Will I Know', 'Greatest Love of All'. La industria no estaba lista para una artista que combinara el poder vocal de una diva con la presencia carismática de una estrella global.
En un mundo aún marcado por barreras raciales, Whitney rompió moldes. Cruzó géneros, conquistó públicos y redefinió el estándar de lo que podía ser una cantante pop. Su imagen, elegante y fuerte, se volvió símbolo de una nueva era para las mujeres negras en la música. Whitney no solo cantaba: abría puertas.
 
 

El cuerpo siente lo que la voz transmite
 
Whitney no era solo técnica. Era emoción. Cada nota suya parecía tener sangre, lágrimas, alegría. Cantaba como si estuviera entregando un pedazo de sí misma. Por eso dolía escucharla. Por eso también sanaba.
En el escenario, no necesitaba grandes coreografías. Bastaba con que se parara frente al micrófono. Bastaba con que entonara una frase para que el público entero se estremeciera. Era imposible no sentir algo. Era imposible no creerle todo.
Lo suyo era un canto espiritual, una vibración que pasaba por el pecho y se quedaba en la garganta del que la escuchaba. Era, sin duda, una fuerza celestial con rostro humano.
 

 

El clímax eterno: 'I Will Always Love You'
 
En 1992, con la película 'The Bodyguard', Whitney alcanzó la cima de lo que ya parecía inmejorable. Su interpretación de 'I Will Always Love You', escrita por Dolly Parton, no solo rompió récords: se convirtió en himno universal del amor que se despide con dignidad.
Ese crescendo final, ese silencio previo a la explosión de la voz, ese momento donde parecía que el alma se rompía en mil cristales… es una de las interpretaciones más poderosas de todos los tiempos. Nadie volvió a cantar esa canción como ella. Nadie se atrevió a intentarlo sin ser comparado.
Aquel fue el instante en que Whitney Houston dejó de ser una estrella y se convirtió en leyenda.
 
 

Luz y sombra: el precio de brillar tan alto
 
Pero cuanto más alto se llega, más difícil es sostenerse. Whitney vivió también la oscuridad. Las presiones de la industria, los conflictos personales, el amor tormentoso con Bobby Brown, las adicciones. La mujer que parecía invencible también tenía grietas. También caía. También lloraba.
Y esa vulnerabilidad no la hizo menos grande. La hizo humana. La acercó aún más a quienes la admiraban. Porque su voz no era perfecta por inmaculada, sino por sincera. Por frágil. Por valiente.
Cada regreso suyo era un acto de coraje. Cada intento de volver a los escenarios, un grito de esperanza. Nunca se rindió del todo. Y aunque el final fue trágico, su luz quedó intacta.
 
 

Whitney para siempre: la llama que no se apaga
 
Whitney Houston falleció el 11 de febrero de 2012, pero su voz sigue viva. En cada nota reproducida, en cada homenaje, en cada garganta que intenta —sin lograrlo del todo— alcanzar su rango vocal.
Su legado no es solo musical. Es emocional. Whitney nos enseñó que se puede cantar con todo el cuerpo, con todas las heridas, con toda la verdad. Nos enseñó que el amor no se grita: se canta desde lo más hondo.
Y si alguna vez escuchas a alguien decir 'la voz más grande de todos los tiempos', no hay discusión. Todos saben a quién se refieren. Whitney. Solo Whitney.

(By Notas de Libertad).

I Will Always Love You

Greates Love of All

Saving All My Love for You

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“Juncal”

Autor: Jaime de Armiñán

Resumen: “Juncal: la última faena de un torero sin red”
 
Un torero sin gloria, pero con mucha historia
 
Juncal no es simplemente el nombre de un personaje; es la esencia de un mundo que se resiste a morir: el de la tauromaquia romántica, el honor gastado, la masculinidad dolida, los sueños rotos y los afectos mal entendidos. Antonio Juncal, el protagonista, fue un torero de cierto renombre, pero su estrella se apagó pronto por una grave cornada y por su propio carácter errático, orgulloso y a veces patético.
 
La novela comienza con un Juncal venido a menos, vagando por los pueblos del sur de España, sobreviviendo entre pensiones baratas, plazas de tercera y mentiras adornadas con nostalgia. Vive del recuerdo de lo que fue y de lo que pudo haber sido. A donde va, habla de sus glorias pasadas como si fueran eternas, aunque la realidad lo contradiga a cada paso.
 
Juncal es un personaje profundamente humano: egoísta, entrañable, desordenado, fiel a sus pasiones, y eternamente equivocado. Su vida gira alrededor del toreo, pero sobre todo, de sí mismo. Nunca ha sido capaz de asumir las consecuencias de sus actos, ni de reparar los daños que ha causado. Su familia lo detesta o lo ha olvidado. Sus hijos, regados por ahí, apenas saben de él. Su exesposa lo considera una sombra con voz. Pero él sigue creyendo que basta con su presencia y su labia para recomponerlo todo.
 

Una España que también envejece
 
La historia se desarrolla en una España que está dejando atrás las viejas glorias y entrando en una modernidad incómoda. La novela retrata con ironía, ternura y crítica social un país donde los toreros ya no son los ídolos indiscutidos y donde los pueblos comienzan a mirar con escepticismo esas figuras que antes veneraban. Sin embargo, Juncal sigue creyéndose un dios del ruedo, aunque el ruedo ya no lo quiere y el dios ha perdido su altar.
 
En sus recorridos por Andalucía y Extremadura, Juncal encuentra personajes entrañables y ruinosos, reflejo de sí mismo: viejos apoderados, aspirantes a torero, prostitutas con corazón de oro, curas descreídos, niños que lo miran con asombro. Cada encuentro es una postal de lo que fue España y de lo que, a veces con melancolía, a veces con humor, está dejando de ser.

 
El hijo torero: un reflejo que duele
 

Uno de los hilos centrales de la novela es la relación de Juncal con su hijo Rafael, un joven serio, disciplinado, que también quiere ser torero. Pero es todo lo que Juncal no fue: prudente, trabajador, sobrio. El conflicto entre ambos es inevitable. Juncal quiere ser su mentor, pero no puede evitar proyectar sus propias frustraciones. Rafael, por su parte, busca alejarse de esa figura torpe y grandilocuente que tanto daño hizo a su madre.
 

Los diálogos entre padre e hijo son intensos, filosóficos a su modo, llenos de silencios, sarcasmos y heridas abiertas. Juncal no sabe pedir perdón, y Rafael no sabe cómo reconciliarse con un pasado que no vivió pero que lo marca.
 

La muerte del mito
 
La novela no se resuelve con redenciones milagrosas ni con finales heroicos. Es una historia sobria, donde la tragedia es silenciosa y el fracaso no necesita trompetas. Juncal no muere en el ruedo, sino en la vida misma, entre ruinas afectivas y falsas promesas. Sin embargo, no es una figura despreciable: es un personaje inolvidable por su humanidad, por su verborrea poética, por su terquedad quijotesca, por su capacidad de arrastrar al lector con él, incluso en sus peores momentos.
 

Una novela para el alma y la memoria
 
La novela Juncal es una obra profundamente literaria, aunque haya nacido del guion televisivo. En sus páginas se mezclan la comedia y el drama, lo grotesco y lo entrañable. Es una elegía a los sueños rotos, una reflexión sobre la identidad masculina en crisis, una crítica a los ídolos de barro y, también, un canto de amor a esa España de plazas, callejones y tardes de sol ardiente.
 

Más que una historia de toreros, Juncal es una historia de vida. Una vida que se desliza sin red, sin gloria, pero con una dignidad secreta, la que tienen los que, pese a todo, siguen de pie.
 

Sobre el autor: Jaime de Armiñán: el torero de las palabras lentas
 
No necesitó alzar la voz para quedarse en la historia. Jaime de Armiñán fue un creador de silencios densos, de gestos íntimos, de frases que se quedaban flotando en el alma. Nacido en Madrid el 9 de marzo de 1927, no fue torero como Juncal, pero sí supo lidiar con lo más bravo del arte: el alma humana, el fracaso, la ternura, la vejez, el amor que se disuelve con los años.
 
Desde muy joven, Armiñán supo que no quería hacer ruido, sino sentido. Estudió Derecho, pero se dejó llevar por las letras, primero como dramaturgo y guionista en la televisión pública española, donde se convertiría en uno de los grandes nombres de la ficción ibérica del siglo XX. En una televisión que a veces parecía hecha sólo para pasar el rato, él sembró emoción y profundidad. Su estilo era pausado, elegante, con el tono justo entre la comedia y la tragedia.
 

Juncal: el personaje que lo dijo todo
 
En 1989, Armiñán escribió y dirigió la serie de televisión Juncal, un retrato poderoso y poético de un torero en decadencia. Antonio Juncal, interpretado por Francisco Rabal, era una figura rota, humana hasta la médula. No era un héroe, sino un hombre que había vivido de espaldas a sus errores. La serie se convirtió en una de las más aclamadas de la televisión española, no por el estruendo del éxito, sino por la huella emocional que dejó en quienes la vieron.
 
Años después, ya en una etapa más madura de su vida, Armiñán decidió llevar la historia al papel. Y entonces Juncal pasó de la pantalla a la novela, y con ello se desnudó más todavía. La prosa del autor le dio al personaje lo que la imagen no alcanzaba: su conciencia, su resentimiento, su dolor callado. Fue un acto de justicia literaria. La novela no era solo una adaptación: era una segunda vida, más íntima, más sincera.
 

Un creador de muchos caminos
 
Aunque Juncal es su obra más popular, Jaime de Armiñán dejó una carrera brillante, diversa y profundamente humana. Dirigió y escribió películas que hoy son referentes del cine español con corazón:
-Mi querida señorita (1972), una historia adelantada a su tiempo sobre identidad sexual y represión social, fue nominada al Oscar como mejor película extranjera.
-El amor del capitán Brando (1974), donde los afectos se entrecruzan con la España rural y sus tabúes.
-El nido (1980), otra nominada al Oscar, abordó la ternura y el dolor de una amistad entre una niña y un hombre mayor, sin caer nunca en el morbo ni el juicio fácil.
También destacan Stico, En septiembre y Al servicio del español.
 
En televisión, fue pionero con series como Tres eran tres, Cuentos y leyendas y Suspiros de España. Cada una, una estampa de un país que se miraba al espejo con timidez.
 
Pero más allá de títulos, Jaime de Armiñán fue un autor de una honestidad artística pocas veces vista. Escribía como quien pide permiso para entrar en la vida de otros. No juzgaba: escuchaba. No pontificaba: preguntaba.
 

La despedida sin aspavientos
 

Jaime de Armiñán falleció el 14 de diciembre de 2021. Tenía 94 años. Murió con la discreción con la que vivió. Sin homenajes masivos, sin discursos altisonantes. Pero sus personajes siguen allí, caminando en la memoria de quienes lo leyeron, lo vieron, lo sintieron.
 
Juncal, su torero sin ruedo, es quizás el más vivo de todos. Porque en él están todos los hombres que se niegan a rendirse, todos los que viven de recuerdos y heridas, todos los que alguna vez fueron alguien y aún no se atreven a dejar de serlo.

 

Un legado sin estridencias, pero imborrable
 
Jaime de Armiñán no tuvo una obra desbordante en cantidad, pero sí en calidad. Fue uno de esos autores que escriben como se reza: con respeto, con pausa, con fe. Y lo que dejó no se mide por el número de libros, sino por el número de vidas que tocó.
 
Fue un torero de palabras. Y como los buenos toreros, no necesitaba muchas faenas: con una como Juncal, bastaba para quedarse en la historia
 
(By Notas de Libertad).

 

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“El zoológico político: 105 tipos de persona que te encontrarás en el poder”

Porque en la política no todo es ideología… también es fauna

 

¿Dónde los hemos visto?

A veces en una curul, otras en una banqueta. A veces en las boletas, a veces en los pasillos del poder. Y casi siempre en las noticias, en los temblores políticos o en los pequeños gestos que nadie registra, pero que cambian cosas.

 

Los 105 tipos de persona que aparecen en esta galería no tienen género definido. Pueden ser hombres, mujeres, jóvenes, adultos o veteranos. Lo que los une no es el rostro ni el partido: es la forma de estar —o de sobrevivir— en la política.

 

Esta no es una clasificación académica, ni pretende agotar el tema. Es un recorrido humano, irónico y también entrañable por las caras que nos cruzamos en cada campaña, en cada legislatura, en cada crisis. Es un espejo fragmentado donde el lector reconocerá rostros, actitudes, formas de caminar el poder.

Y si alguna descripción le recuerda a alguien… no está equivocado.

 

 

1 – Los que llegan por vocación (y a veces se decepcionan)

 

Soñadores en tierra hostil

Llegan con la espalda recta y el corazón ardiendo. No traen padrinos, pero sí convicciones. Creen que el Congreso es una trinchera ciudadana, que un ayuntamiento puede ser escuela de servicio, que un cargo no debe cambiar a una persona. La política los recibe como héroes… pero después intenta tragárselos. Algunos se van pronto; otros se doblan; unos pocos se plantan y resisten. Aquí sus retratos.

 

1. El idealista eterno

Cree en la justicia social, en el voto informado, en las causas que no cotizan en encuestas. Tiene alma de Quijote y discurso de asamblea. No le importa perder elecciones si se mantiene fiel a sus principios. Lo invitan a muchas mesas, pero a pocas boletas.

2. La hormiguita institucional

Estudia todo, asiste a comisiones, conoce reglamentos y ama el orden. Es de esos que corrigen una coma en un dictamen como si fuera un tema de Estado. Nadie lo menciona en ruedas de prensa, pero sin él nada caminaría.

3. La servidora comunitaria

Antes de llegar al cargo, ya resolvía problemas en su barrio. La gente la respeta porque siempre ha estado. No presume nada, pero camina con la frente alta. Los partidos la buscan en época de elecciones… y la olvidan después.

4. El joven activista

Marchó, gritó, propuso, soñó. Y un día lo invitaron a entrar al sistema que tanto criticaba. Al principio se sintió traidor; luego entendió que desde adentro también se pelea. Sigue siendo incómodo, pero ya usa saco.

5. El académico aterrizado

Trae títulos, libros, datos. Su problema es que cree que todo se puede explicar con evidencia. En su primer desayuno político, aprendió que la lógica no siempre gobierna. Aun así, insiste.

6. La madre luchona del distrito

Crió sola a sus hijos, organizó protestas, cuidó enfermos, fundó comedores. La postularon porque nadie tenía mejor reputación en la colonia. Ahora es regidora o diputada, y aunque el sistema le queda grande, ella no se achica.

7. El defensor de causas

Se metió por los animales, el medio ambiente, los derechos humanos. Llega con pancartas y principios. Cada sesión es una batalla contra la indiferencia. Pero no cede. Y eso ya es una victoria.

8. El sindicalista ético

No es de grilla ni de gritos. Defiende a su gremio con argumentos y trabajo. Lo critican los de su propio sindicato por “no saber negociar con el poder”, pero él duerme tranquilo. Su lealtad es con la base, no con el patrón.

9. La lideresa de base

No estudió política, pero la vive diario. La buscan para movilizar, para convencer, para contener. Sabe más de territorio que cualquier operador de escritorio. Pero cuando reparten candidaturas, siempre le dicen que “no es su momento”.

10. El tecnócrata de buen corazón

Tiene maestría, doctorado y principios. Podría estar ganando el triple en otro lado, pero eligió servir. No entiende los chantajes, las cuotas ni las intrigas. Por eso dura poco… o se vuelve imprescindible.

11. La víctima que se volvió voz

Perdió a alguien, sufrió una injusticia, vivió lo que muchos callan. Su dolor se transformó en bandera. No quiere reflectores, quiere justicia. Habla con verdad, y eso incomoda más que cualquier acusación.

12. El ex religioso o seminarista

Dejó el hábito, pero no la vocación de servir. Habla con parábolas, cita encíclicas, y se emociona cuando logra ayudar a alguien sin cámaras de por medio. A veces lo ven raro; otras, lo escuchan con respeto.

13. La periodista que se hartó

Tantas veces escribió sobre corrupción, que un día decidió intentarlo desde el otro lado. Sabe leer el poder porque lo narró durante años. Pero ahora debe sobrevivir sin pluma… y con votaciones.

14. El médico comunitario

Curaba sin cobrar, iba a rancherías, entregaba medicinas de su bolsa. Cuando entró a la política, prometió no dejar la bata. Ahora legisla con la misma precisión con que daba consultas: sin adornos, directo al problema.

15. La que cuidaba a todos y terminó cuidando leyes

Era la que organizaba rifas, ayudaba a vecinos, se metía en todo. Un día le pidieron ser candidata y aceptó. Nunca quiso poder, pero ahora que lo tiene, lo usa con honestidad. No necesita discursos: su historia habla por ella.

 

2 – Los que vienen por poder (y se quedan por ambición)

 

Depredadores de escritorio

No vinieron a cambiar nada. Llegaron con un colmillo recién afilado y el olfato puesto en el siguiente cargo. Hablan en encuestas, pactan en corto y operan en lo oscuro. Algunos fingen humanidad, otros ya ni lo intentan. Pero todos entienden algo: en política, el poder no se pide… se toma. Y no se suelta.

16. El operador de mil campañas

No ha ganado una elección propia, pero ha hecho ganar a muchos. Sabe manejar estructuras, simular consensos y negociar con los peores. Le temen más que lo que lo respetan. Y con eso le basta.

17. El chapulín sin complejos

Brinca de un partido a otro sin culpa ni pudor. Hoy es rojo, mañana guinda y pasado quién sabe. Se dice ciudadano, pero lo suyo es la nómina.

18. La “reina de las gestorías”

Tiene media oficina llena de cartas de apoyo, fichas escolares, cobijas y promesas. Lo suyo no es legislar, es fidelizar clientelas. Siempre trae una solución… pero nunca una idea.

19. El junior apadrinado

Hijo, sobrino, yerno o protegido de alguien importante. No sabe debatir, ni firmar, ni proponer… pero tiene una carrera política garantizada. Y si fracasa, no importa: siempre habrá otra posición disponible.

20. El caudillo local

Controla sindicatos, colonias, mercados o agrupaciones. Tiene mano dura, voz grave y la agenda llena. Sin él no se gana el distrito, pero con él se pierde la dignidad.

21. La influencer reciclada

Saltó del maquillaje al mitin, de TikTok a la tribuna. No distingue una iniciativa de un spot, pero lo importante es que tiene seguidores. Muchos más que votos, por cierto.

22. El mago de los moches

Aprendió que en cada presupuesto hay una oportunidad. Hace magia con las partidas, los proveedores y las licitaciones. Siempre sonríe. Siempre huele a perfume caro.

23. El que “ya estuvo en todo”

Fue regidor, diputado, secretario, senador, delegado… y nadie recuerda qué hizo. Lo suyo es sobrevivir al sexenio y buscar el siguiente hueso.

24. La reina del evento

Está en todos lados, corta listones, da discursos, se toma fotos. Nunca lee un dictamen, pero conoce a todos los medios. Es política de forma… sin fondo.

25. El estratega oscuro

No da entrevistas, no sube al templete, pero mueve todo. Es temido por candidatos, respetado por mafias, ignorado por votantes. Pero sin él, no se mueve una sola pieza.

26. El regidor de catálogo

No habla, no debate, no incomoda. Levanta la mano cuando se le indica, cobra puntual, sonríe en fotos. Ideal para un sistema que premia la obediencia.

27. La diputada ornamental

La colocaron por cuota, imagen o cuota de género… pero sin intención de que decidiera nada. La invitan a eventos, le redactan discursos, y aplaude sin entender por qué.

28. El cacique disfrazado de demócrata

Habla de derechos, igualdad y participación, pero gobierna como patrón. Su equipo no lo contradice, su gente no respira sin permiso. Todo pasa por él… o no pasa.

29. La “progre” de escaparate

Habla de inclusión y derechos, pero solo lo hace en redes. En lo privado maltrata a su personal, traiciona alianzas y pacta con lo más rancio del sistema. Lo suyo es la simulación con filtro.

30. El ambicioso sin límites

No respeta pactos, amistades ni lealtades. Va por todo y contra todos. Si tiene que inventar traiciones, las inventa. Si debe destruir carreras, lo hace. Su motor no es el servicio: es la sed.

 

3 – Los que hacen política sin darse cuenta

 

Inocentes útiles y valientes sin querer

No nacieron para la política, ni soñaron con una curul. Son vecinos, líderes de colonia, profesionistas o ciudadanos comunes que un día alzaron la voz… y la política los escuchó. Llegaron a una boleta por necesidad, por respaldo popular o porque alguien los vio como útiles. Algunos nunca entendieron las reglas del juego, otros las aprendieron sobre la marcha. Y más de uno terminó dando cátedra.

 

31. El líder vecinal que se volvió regidor

Organizaba posadas, gestionaba luminarias y peleaba por el agua. Un día lo postularon “porque era querido” y aceptó sin saber qué era un cabildo. Ahora aprende leyes… y las aplica con sentido común.

32. La maestra de preescolar que llegó al Congreso

No tenía trayectoria partidista, pero conocía el sentir del pueblo. Habla con dulzura, pero no se deja. La subestiman por su sencillez… y se equivocan.

33. El comerciante que siempre ayudaba a todos

Desde su local daba fiado, defendía a los vendedores, organizaba rifas y apoyaba causas. Un día le dijeron que era “la voz del mercado” y lo inscribieron en la contienda. Hoy está en una silla que no pidió, pero honra.

34. La enfermera del IMSS que indignó al sistema

Cansada de carencias y abusos, comenzó a denunciar. Pronto tenía cientos de seguidores. Le ofrecieron una candidatura y la aceptó, con la bata bien puesta.

35. El presidente de la asociación de padres de familia

No quería política, solo mejorar la escuela de sus hijos. Pero sus gestiones crecieron, su voz pesó, y un partido lo buscó. Él solo pedía aulas… y terminó defendiendo presupuestos.

36. La activista contra el narcomenudeo

Perdió a su hijo por una bala perdida. Desde entonces no dejó de alzar la voz. Le ofrecieron una tribuna mayor, y aunque dudó, aceptó. Ahora combate desde una curul lo que antes enfrentaba en la calle.

37. El carpintero que fundó un movimiento

En su colonia no llegaba el drenaje ni la patrulla. Se organizó con vecinos, enfrentó al municipio, logró cambios. Cuando le ofrecieron ser candidato, pensó que era broma. Pero ganó.

38. La señora de los trámites

Sabe a quién acudir, cómo redactar oficios, a quién presionar. Sin tener cargo, ya resolvía más que muchos funcionarios. Hoy tiene un escritorio oficial, pero sigue con su misma libreta y su misma pluma azul.

39. El pastor evangélico sin partido

Lo respetaban por su comunidad, su trabajo y su discurso. Un partido lo quiso como puente. Él aceptó si no tenía que traicionar sus principios. Ahora legisla… y predica con el ejemplo.

40. La luchadora de barrio

Creció en la calle, peleó en la vida, protegió a muchos. No sabe de diplomacia, pero nadie le gana en coraje. Habla con voz ronca y verdad clara. En el Congreso no la entienden… pero la temen.

41. El abogado que litigaba gratis

Tenía un escritorio pequeño, pero un corazón enorme. Defendía causas justas sin cobrar. Alguien le dijo que lo que hacía era política… y él se rió. Hoy lo hace con fuero.

42. La cocinera del comedor comunitario

Le daba de comer a todos, sin preguntar colores ni creencias. La invitaron a una candidatura porque su generosidad ya era ley. En el Congreso sigue pensando en cómo alimentar, no en cómo posar.

43. El mecánico del pueblo

Sin estudios formales, pero con sabiduría de calle. Le consultaban todo: desde frenos hasta injusticias. Cuando fue electo, prometió no cambiar. Hasta hoy lo cumple.

44. La defensora de la discapacidad

Su hijo la llevó a luchar, su lucha la llevó a las cámaras. No tenía estructura, ni asesores, ni dinero. Pero ganó. Hoy legisla sin olvidar de dónde viene.

45. El ex borracho rehabilitado que ayuda a otros

Superó adicciones, salvó su vida y ahora salva otras. Un día se paró en un mitin a hablar con fuerza y verdad. Terminó en una candidatura, y desde ahí predica con hechos.

 

4 – Los que nunca deberían haber llegado

 

Accidentes del sistema

Son la consecuencia directa de un sistema que premia la ignorancia, la fama superficial o el clientelismo sin vergüenza. No entienden su responsabilidad, pero disfrutan del cargo. No tienen formación, pero votan leyes. No saben qué hacen… y eso los vuelve peligrosos. Llegaron por cuota, escándalo, padrino o casualidad. Y ahí están: con fuero, asesores y sueldo público.

46. El que no sabe leer un dictamen

Literalmente no lo entiende. Pregunta qué va a votar justo antes de hacerlo. No estudia, no investiga, no le importa. Mientras su bancada le diga qué hacer, él lo hace.

47. El gritonazo sin argumentos

Confunde pasión con insulto, y valentía con descontrol. Cree que hacer política es vociferar frente a un micrófono. No propone nada, pero siempre está peleando.

48. La que no distingue entre iniciativa y iniciativa privada

Tiene un cargo legislativo, pero aún cree que una iniciativa es abrir un negocio. Todo se lo explican, y aún así se equivoca.

49. El compadre del alcalde

No hizo campaña, no es popular, no sabe nada. Está ahí porque “se le debía un favor”. Y en cada sesión se nota.

50. El influencer de escándalo

Saltó de la farándula al Congreso. Tiene millones de seguidores… y cero propuestas. Lo único que sube son fotos.

51. La reina de la selfie legislativa

No sabe hablar en público, pero domina los filtros. Cree que rendir cuentas es mostrar su peinado. Si le quitas el Instagram, se pierde.

52. El plagiador profesional

Copia discursos, proyectos y hasta tesis. Nada de lo que propone es suyo, pero lo dice con seguridad. No sabe argumentar, pero sí copiar y pegar.

53. El criminal con fuero

Tiene carpetas abiertas, señalamientos serios y denuncias acumuladas. Pero ahí está, blindado por el cargo. Con el cinismo como escudo y la impunidad como estrategia.

54. El que solo va por el cheque

No asiste a comisiones, no sube a tribuna, no rinde informes. Llega a firmar, cobra y se va. El cargo le da lo único que buscaba: un ingreso fácil.

55. El amigo del gobernador

Lo pusieron en la lista porque había que complacer al jefe. No tiene mérito, ni trayectoria. Solo sabe repetir lo que le dictan. Y a veces ni eso bien.

56. La cuota de la cuota

Es cuota de género, pero también de sector, pero también de grupo político. Nadie sabe cómo llegó. Ella tampoco. Y cada vez que habla, lo confirma.

57. El enemigo del conocimiento

Presume no tener títulos, ni leer libros, ni hablar inglés. Cree que la ignorancia lo hace auténtico. Y lo celebra como si fuera virtud.

58. El coleccionista de escándalos

Acosos, pleitos, denuncias, frases desafortunadas… todo lo que toca se vuelve nota roja. Pero sigue ahí, como si nada. El cargo lo protege. Por ahora.

59. El títere sin hilos propios

Todo lo decide su operador. No tiene voluntad, ni criterio, ni personalidad. Habla cuando le dicen, vota como le ordenan. Lo suyo es obedecer.

60. La experta en nada

 

Se presenta como “especialista en temas sociales”, “defensora de causas” o “representante ciudadana”… pero no tiene ni una trayectoria real que lo respalde. La pusieron por imagen, no por capacidad.

 

5 – Los de la vieja guardia (con historia o sin ella)

 

Los que aprendieron política antes de que existiera el algoritmo

Estaban ahí antes de las redes, de las encuestas digitales y de la política 24/7. Aprendieron a negociar con un café, a persuadir con mirada firme y a ganar elecciones con lápiz y papel. Algunos conservan dignidad, sabiduría y sentido de Estado. Otros, solo mañas y vicios. Pero todos comparten una cosa: el tiempo no los ha jubilado… porque saben moverse aunque cambie la música.

61. El negociador con cicatrices

No presume cargos, presume batallas. Ha perdido y ganado, ha pactado con adversarios y ha evitado crisis que nadie supo. Sabe que el poder se construye más en la discreción que en los aplausos.

62. La señora que sabe más que todo su partido junto

Fue fundadora de estructuras, capacitadora electoral y formadora de liderazgos. Hoy ya no le dan reflectores, pero sin su respaldo no gana nadie en su distrito.

63. El maestro de los tiempos lentos

Conoce el lenguaje del sistema. Sabe cuándo hablar, cuándo callar y cuándo dejar que el escándalo pase solo. Su inteligencia no está en lo que grita, sino en lo que evita.

64. La que vio pasar siete dirigencias y sigue vigente

Ha trabajado con todos, ha sobrevivido a todos. Nadie entiende cómo se mantiene, pero siempre aparece donde importa. Es discreta, efectiva y leal… a quien se gane su respeto.

65. El ex alcalde de los años dorados

Fue querido, temido y respetado. No busca reflectores porque ya los tuvo. A veces opina, a veces calla, pero siempre observa.

66. La diputada de carácter de hierro

No sonríe mucho, pero todos se cuadran cuando habla. Sus discursos no necesitan florituras: llevan verdad, memoria y autoridad. Es la voz que impone silencio cuando se levanta.

67. El que estuvo en todo y lo recuerda con precisión

Fue funcionario, legislador, operador. No presume, pero cuando habla, deja lecciones. No vive del pasado, pero lo usa para explicar el presente.

68. El consejero emérito de las derrotas dignas

No se hizo millonario en la política. Tampoco cambió de partido. Se mantuvo firme aunque las urnas no siempre le sonrieron. Y esa congruencia hoy pesa más que cualquier fuero.

69. La arquitecta de consensos invisibles

No aparece en las fotos, pero sin ella no se logran acuerdos. Es la que llama, escucha, propone y media. Todos le piden ayuda… pero pocos saben agradecerle.

70. El viejo leal de causas olvidadas

Sigue defendiendo lo mismo desde hace treinta años. Ya no están de moda sus banderas, pero él no las soltó. Ni se vendió, ni se dobló. Y eso lo hace valioso.

71. La operadora silenciosa

Sabe hacer campañas, construir alianzas, y cuidar estructuras. No necesita cámaras, solo tiempo y teléfono. Cuando se activa, los números cambian.

72. El veterano que lee el poder como un mapa

No adivina, interpreta. No grita, sopesa. No improvisa, ejecuta. Su mente es un archivo y su olfato, brújula. Ya no quiere cargos, pero todos lo buscan.

73. La mujer de temple que todos quieren de aliada

No se pelea, no traiciona, no presume. Solo cumple, resuelve y suma. Cuando alguien quiere ganar un proyecto, la primera llamada es para ella.

74. El que construyó partido, no carrera

Siempre prefirió el proyecto colectivo que el brillo individual. Dejó su tiempo, su salud y su prestigio en causas mayores. Hoy pocos recuerdan su nombre, pero todos pisan sus huellas.

75. La estratega que nunca necesitó cargo para tener poder

No ha ocupado un solo puesto público, pero ha hecho ganar elecciones, impulsar líderes y cerrar crisis. Su oficina es la confianza, y su método, el sigilo.

 

6 – Los que se reinventan para sobrevivir

 

Los cambiaformas del poder

Han sido de todo: de izquierda, de derecha, de centro… y de donde haya votos. Saben cuándo abandonar el barco y cómo subirse al siguiente sin mojarse. No creen en la lealtad, pero sí en la oportunidad. Adaptan su discurso como quien cambia de corbata. No les importa la ideología; les importa seguir vigentes.

76. El que cambia de partido cada elección

Ha sido militante de todos los colores. Siempre encuentra una justificación elegante para sus brincos. Dice que lo mueve la causa… pero nadie le cree.

77. La que adapta su discurso a la moda

Un día feminista, otro día provida, al siguiente ambientalista. Todo depende del público y del trending topic. Lo suyo no es congruencia: es conveniencia.

78. El rescatado del naufragio

Estaba en la banca, olvidado. Pero cuando un partido lo necesitó para llenar una cuota, volvió al escenario con aire renovado. Lo que importa es seguir en el juego.

79. El arrepentido profesional

Cambia de bando y después ataca a su ex partido con saña. Cada ruptura lo vuelve más “crítico”, aunque sus argumentos suenen reciclados.

80. La que se disfraza de independiente

Después de años de militancia, se presenta como “ciudadana” o “apartidista”. Pero conserva las mismas prácticas que aprendió en el sistema. Solo le quitó el logo.

81. El empresario reciclado en político (y viceversa)

Va y viene entre los negocios y el poder. Cuando no consigue un contrato, busca una candidatura. Y si pierde, abre una consultoría.

82. La víctima que ahora defiende lo que antes criticaba

Pasó de denunciar abusos a justificarlos. Del activismo a la subordinación. Dice que “la realidad es más compleja de lo que parece”… y se acomoda.

83. El experto en discursos mutantes

Puede hablar como liberal en un foro, como conservador en otro y como moderado en la sobremesa. Lo suyo no es la verdad: es la estrategia.

84. La que cambia de causa según la elección

Un año se especializa en juventudes, al siguiente en pueblos originarios y después en emprendedurismo. Siempre tiene una agenda, aunque nunca la cumpla.

85. El rostro joven con hábitos viejos

Parece nuevo, habla de cambio… pero opera con las mismas viejas mañas. Solo es una envoltura diferente del mismo oportunismo.

86. El que presume “ya haber estado con todos”

Lo dice con orgullo. Cree que conocer a todos lo hace indispensable. No nota que lo vuelve predecible… y prescindible.

87. La que se amolda al liderazgo en turno

Siempre está con quien manda. Aplaude, sonríe, calla. No tiene voz propia, pero sí reflejos rápidos para adaptarse.

88. El converso apasionado

Criticó ferozmente al gobierno… hasta que lo invitaron. Ahora lo defiende con igual intensidad. Cambió de trinchera, pero no de tono.

89. La sobreviviente de las cuotas

Ha ocupado cargos por cuotas de género, de etnia, de edad, de sector. Nunca se compromete demasiado… pero siempre está en la lista.

90. El eterno aspirante que se reinventa cada sexenio

No ha ganado nunca, pero siempre está en la conversación. Va mutando su discurso, su imagen y hasta su historia personal. Porque su única ideología es seguir vigente.

 

7 – Los que resisten, brillan y hacen diferencia

 

Los imprescindibles

No son mayoría, pero hacen más ruido que cien tribunos vacíos. No buscan poder por vanidad, sino porque saben que pueden usarlo para bien. Pagan caro su congruencia, caminan solos muchas veces, y se equivocan menos porque piensan más. Algunos ganan, otros pierden. Pero todos dejan huella.

91. El que dice lo mismo en público que en privado

No necesita doble cara. Su palabra es su carta. Habla igual con un adversario que con un aliado, y eso lo vuelve confiable. Aunque no siempre popular.

92. La legisladora que lee todo y vota con conciencia

No se deja presionar, ni por línea, ni por aplauso. Estudia, pregunta, reflexiona y decide. Su voto es más que un botón: es una postura.

93. El político que no olvidó de dónde viene

Sigue comiendo en la misma fonda, saludando por su nombre a los de siempre. No usa el cargo para humillar, sino para servir.

94. La que alza la voz aunque la callen

En cada sesión, en cada foro, en cada mitin. No busca escándalo, busca justicia. Y eso la vuelve incómoda para los cómodos.

95. El que escucha antes de hablar

Pide opinión, se rodea de gente mejor que él, admite errores. No presume saberlo todo, pero rara vez se equivoca. Su liderazgo no grita: convence.

96. La que hace territorio sin reflectores

No sube historias, no presume giras, no necesita comitiva. Camina las calles con discreción y vuelve con soluciones. Por eso la gente la quiere.

97. El que pelea por causas y no por cargos

Cuando hay que ir al fondo, va. Cuando hay que arriesgar, arriesga. Su agenda no cambia según la encuesta. Se debe a su causa, no a un jefe.

 

98. La que abraza con firmeza y no se rinde

La han traicionado, atacado y minimizado. Pero sigue. Porque sabe que no está sola, y porque la vida ya le enseñó a resistir.

99. El que no roba, ni deja robar

No tolera la tranza, ni en lo grande ni en lo pequeño. Es odiado por los corruptos y querido por los que aún creen. Prefiere quedarse sin puesto, que sin dignidad.

100. La que sabe decir “no” aunque le cueste

No firma por firmar, no sube por subir, no acepta todo por miedo a nada. Su firmeza inspira, aunque le cierre puertas. Pero abre caminos.

101. El que se prepara todos los días

Lee, estudia, escucha. Sabe que el poder exige rigor, no improvisación. Y por eso, cuando habla, todos toman nota.

102. La que nunca se olvida del por qué

En cada decisión recuerda para quién trabaja. No se endiosa, no se aleja, no se vende. Y eso la vuelve gigante.

103. El que habla claro aunque no convenga

No busca aplaudidores, sino conciencia. Dice verdades aunque duelan. Porque sabe que lo cómodo casi nunca es lo correcto.

104. La que protege a los suyos sin aplastar a nadie

Lidera sin gritar, guía sin imponer. Construye sin destruir. Por eso sus equipos duran más que los cargos.

105. El que deja huella sin dejar heridas

Pasa por los cargos como si fueran caminos, no tronos. Y cuando se va, todos saben que fue distinto. Porque hizo política… con alma.

 

Finalmente…

A unos los conocí de cerca. A otros los encontré en el camino. Y a muchos más los vi de lejos, pero los entendí al primer gesto.

En estos 105 tipos de persona que se cruzan en la política hay mucho más que nombres o etiquetas. Hay historias, batallas, contradicciones, vicios repetidos y virtudes olvidadas.

Algunos me enseñaron con el ejemplo. Otros, con la traición. Algunos me inspiraron. Otros, me sirvieron de advertencia. Y aunque hoy no estoy en el juego, he caminado lo suficiente como para saber quién es quién… y cómo se forma cada especie.

Este recorrido no se trata de señalar, sino de comprender. Porque si queremos otra política, debemos empezar por conocer a quienes la habitan. Con sus luces, sus sombras… y sus lecciones.

 

 

(By Notas de Libertad).

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