La principal aspirante presidencial de la oposición en México, Xóchitl Gálvez, ha instalado una reforma transformadora de la petrolera estatal Pemex, abogando por abrir el sector energético a la inversión privada y fortalecer las energías renovables.
En una entrevista en las oficinas de Bloomberg en Ciudad de México, Gálvez destacó que no se compromete a privatizar la empresa, pero expresó su respeto por el modelo de la brasileña Petrobras, una compañía que cotiza en bolsa. Gálvez subrayó que México carece de los recursos por sí solo para revitalizar su sector energético y economía, y que la inversión privada debe ser bienvenida para acelerar el desarrollo de manera responsable.
"Tenemos un problema muy serio, que es que las empresas estatales son pésimas para administrar el dinero de los mexicanos y son pésimas para ser productivos. Así que sí, miro hacia el sector privado", afirmó Gálvez, anticipando posibles críticas de sus opositores políticos. . "Pero no me importa, porque quiero defender el planeta".
Todo indica que Gálvez se enfrentará en las elecciones de junio próximo a Claudia Sheinbaum, exjefa de gobierno de la Ciudad de México y figura protegida del presidente Andrés Manuel López Obrador. Aunque López Obrador no puede buscar la reelección, su notable popularidad podría obstaculizar el camino de Gálvez hacia la victoria. Sheinbaum, una ingeniera ambiental, enfrentará el desafío de mantener el legado del presidente y, al mismo tiempo, fortalecer sus credenciales ecológicas.
Gálvez, de 60 años, senadora respaldada por una coalición de partidos de oposición y aspirante a convertirse en la primera mujer presidenta del país, expresó su interés en reabrir las rondas de licitación petrolera que el presidente estatista detuvo después de asumir el cargo en 2018. Al mismo tiempo, enfatizó su apoyo a la energía renovable y su intención de invertir en hidrógeno y energía solar, marcando un contraste con algunas de las políticas actuales de López Obrador.
"Si no se tiene dinero para la exploración, la inversión privada ayudará", aseguró Gálvez, quien es ingeniera de formación y salió de la pobreza para fundar una exitosa consultoría centrada en la eficiencia de la construcción. "Para mí, Petrobras es un buen modelo".
Aunque Petrobras estuvo bajo control del gobierno brasileño durante un tiempo, cotizó en la bolsa de Sao Paulo en la década de 1990, y los accionistas minoritarios tienen representación en su directorio. Este sistema mixto, en el que también operan compañías petroleras internacionales en el país, contribuyó al desarrollo del yacimiento presalino de aguas ultraprofundas de Brasil, convirtiéndolo en el mayor productor de petróleo de América Latina.
Gálvez destacó que considera que el hidrógeno y otras fuentes de energía limpia son fundamentales para el desarrollo de México, hasta el punto de sugerir, en tono jocoso, que Pemex podría renombrarse como "Emex: Energías Mexicanas" en lugar de "Petróleos Mexicanos".
Gálvez también criticó a López Obrador por destinar fondos a Pemex, la compañía petrolera más endeudada del mundo, y por la construcción de una megarefinería que enfrentó enormes sobrecostos y retrasos. Simultáneamente, el gobierno debilitó la independencia de los reguladores, lo que resultó en la reducción de permisos para proyectos renovables, importaciones de combustible y terminales, dejando numerosos proyectos en un estado de incertidumbre o abandono.
"Hay que ser muy estúpido para apostar a los combustibles fósiles, porque más allá de ser caro, está sucio", advirtió Gálvez, destacando el potencial de México en el hidrógeno verde y las energías renovables. "La política pública debería centrarse en la energía verde, no hay duda", aseguró, afirmando que las políticas de López Obrador ahuyentaron a los inversores.
México fue uno de los últimos países en abrir su mercado energético a la inversión privada, dado que el petróleo es un símbolo político de larga data de la soberanía del país. Hasta las reformas de 2013-2014, Pemex mantuvo un monopolio en el sector durante más de tres cuartos de siglo después de que el país expropiara las operaciones petroleras extranjeras en 1938, un evento conmemorado anualmente el 18 de marzo. Esta medida gubernamental respondió a años de explotación extranjera de los recursos de México, y la idea de que la empresa pertenece al pueblo sigue arraigada en la nación.
Los críticos argumentan que las políticas energéticas nacionalistas de México, que han confiado en Pemex para desarrollar la mayor parte del territorio petrolero, representan una oportunidad desaprovechada, con una combinación de deuda creciente, mala gestión y proyectos fallidos que han afectado negativamente a la petrolera estatal.
Por Areli Rodríguez
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