El día llegó. Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos y, sin titubear, comenzó a firmar una serie de decretos que afectan directamente a México, enfocándose en temas de migración y aranceles. Entre las anunciadas, destaca la imposición de un arancel del 25 por ciento a las importaciones mexicanas, que entrará en vigor el 1 de febrero.

El mandatario justificó su decisión al acusar a México y Canadá de permitir el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos, reiterando una postura que ha mantenido desde su campaña.
Claudia Sheinbaum llama a la calma
En su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum fue cuestionada sobre las medidas de Trump. Aunque evitó confrontaciones directas, pidió calma y subrayó la importancia de evaluar cada paso con cabeza fría.
“Hay que esperar el diálogo con Estados Unidos y es importante que todos y todos estemos unidos. Evaluaremos paso a paso, sin adelantarnos”, declaró Sheinbaum. La mandataria aseguró que México actuará conforme a la ley y que los temas de migración y el T-MEC estarán bajo constante revisión por su gobierno.
Marcelo Ebrard y la postura arancelaria de México
Desde que Trump expresó sus intenciones de imponer aranceles, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, advirtió sobre las repercusiones que esto podría tener para ambas economías.
En noviembre de 2024, Ebrard dejó claro que una medida similar por parte de México podría desatar una escalada de costos, afectando principalmente a las empresas estadounidenses, como las automotrices General Motors, Stellantis y Ford.
“Si tú me aplicas a mí el 25 por ciento de aranceles, yo tengo que reaccionar... Esto significaría inflación en Estados Unidos y un impacto directo a sus empresas”, afirmó Ebrard en su momento.
A pesar de los escenarios advertidos, México, bajo el liderazgo de Sheinbaum, ha optado por un enfoque de prudencia y diálogo.
El camino a seguir
Con los decretos ya firmados, la relación entre ambos países entra en una etapa de incertidumbre. La decisión de Trump de aplicar aranceles marca un giro en la dinámica comercial del T-MEC y genera preocupaciones sobre un posible impacto inflacionario y tensiones bilaterales.
Mientras tanto, la postura de México se mantiene en observar, dialogar y actuar con cautela, un enfoque que busca minimizar los efectos negativos y preservar la estabilidad económica y política en el país.
Por Areli Rodríguez
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