Este 1 de enero marcó la entrada en vigor del salario mínimo de 2024, con un aumento del 20%, alcanzando la cifra histórica de 248.93 pesos diarios, equivalentes a siete mil 467.9 pesos al mes, según datos de la Secretaría del Trabajo. A pesar de este incremento, el nuevo minisalario enfrenta críticas significativas debido a su incapacidad para cubrir las necesidades básicas de las familias.
El informe de la Secretaría del Trabajo revela que este ingreso apenas logra cubrir el costo mensual en alimentos y servicios básicos para 1.6 personas, dejando a las familias mexicanas promedio, compuestas por cuatro integrantes, en una situación económica precaria. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), un hogar requiere 17 mil 660 pesos mensuales para cubrir gastos esenciales, incluyendo alimentos, agua, luz y transporte.
El salario mínimo, que representa solo el 42.28% de esta cantidad necesaria, obliga a los proveedores del hogar a buscar empleos adicionales oa poner a trabajar a un segundo integrante para compensar la brecha del 57.72%. En términos de días de trabajo, el salario mínimo solo abarca 13 días de gastos familiares, dejando una deuda de más de una quincena o 17 días de ingreso, según los estándares del Coneval para satisfacer las necesidades básicas de una familia.
A pesar de la recuperación del 110% del salario mínimo entre 2018 y 2024, según datos oficiales, la Secretaría del Trabajo reconoce que, incluso con el aumento del 20% de este año, el minisalario de 2024 se encuentra en un nivel similar al registrado en 1982. Esto implica un rezago de 42 años y una distancia considerable respecto al punto más alto alcanzado en 1976, cuando el salario mínimo llegó a 371,36 pesos (a precios actuales).
Esta situación pone de manifiesto la persistente brecha económica y la necesidad de abordar la insuficiencia del salario mínimo para satisfacer las necesidades básicas de las familias mexicanas, destacando la importancia de políticas que impulsan una mejora real en el poder adquisitivo de la población.
Por Ricardo Castañeda
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