En una contundente muestra de unidad y resistencia, la Marea Morada, movimiento contra la violencia machista, se hizo presente una vez más en las calles de la capital del país. Miles de mujeres vestidas con tonalidades púrpuras, similares a las flores de jacaranda, y con brillo verde en el cuerpo, marcharon bajo la consigna "¡Esto ya no es un país, es una fosa común donde ayer enterré a mi hermana y mañana puede ser ¡la tuya!”.
A pesar de las barreras metálicas de tres metros instaladas por el gobierno federal, las mujeres se impusieron para exigir justicia por las víctimas de feminicidio, denunciar a sus agresores y exigir un país más justo e igualitario. En un Zócalo desprovisto de la Bandera monumental, ellas desplegaron su propia bandera y exhibieron un tendedero con imágenes de agresores, violadores y deudores alimentarios.
Las calles retumbaron con el grito de "¡No están solas!" y testimonios conmovedores compartidos a punto del llanto. El Bloque Negro, integrado por mujeres que fabricaban dispositivos de defensa personal, protegía a los manifestantes. A diferencia de años anteriores, el movimiento no se centró en la violencia, pintas o iconoclasia, sino en la exigencia de aumentar penas a agresores, castigar feminicidas y educar para erradicar la violencia machista arraigada en la cultura mexicana.
En un llamado claro al gobierno de México, las mujeres demandaron un trato igualitario y repudiaron la idea de un "gobierno más feminista de la historia". La Marea Morada advierte que la rabia las movilizará y que nadie las callará, instando a construir un país donde salir a la calle no sea una amenaza de muerte y donde la lucha por la igualdad sea la prioridad.
Por Areli Rodríguez
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