El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, anunció hoy su dimisión tras cinco años en el cargo, en medio de crecientes presiones sociales y políticas. Su renuncia ha sido precipitada por un gesto inapropiado hacia la jugadora Jenni Hermoso en la final del Mundial Femenino, un incidente que ha sacudido los cimientos del fútbol español y ha dejado una mancha imborrable en su mandato.
Rubiales, quien fue reelegido para un segundo mandato en 2022, ha enfrentado varias controversias a lo largo de su presidencia, pero ninguna de ellas había tenido un impacto tan devastador como el incidente en la final del Mundial Femenino, en el que besó en la boca. Jenni Hermoso. Este gesto fue ampliamente condenado, con voces que lo calificaron de "abuso", "machismo" e incluso "violencia sexual".
La gota que colmó el vaso para Rubiales fue el comunicado emitido por el sindicato FUTPRO, respaldado por Jenni Hermoso, en el que se exigían "medidas ejemplares" en su contra. Rubiales había esperado que Hermoso lo defendiera, pero la realidad fue completamente opuesta, dejándolo completamente aislado.
La situación se volvió insostenible al punto de que el Gobierno anunció su intención de tomar medidas si Rubiales no dimitía. Varias organizaciones importantes, como la Liga Profesional de Fútbol Femenino y el Consejo Superior de Deportes (CSD), también exigieron su inhabilitación.
La dimisión de Rubiales marca un cambio significativo en el mundo del fútbol español y plantea la pregunta sobre quién asumirá el liderazgo de la RFEF en este momento crucial. La crisis desatada por este incidente servirá como recordatorio de la importancia de la responsabilidad y el respeto en el deporte y arrojará luz sobre la necesidad de un cambio en la cultura deportiva en España.
Por Omar Carmona
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