Unas Chivas sin contención.
En sólo dos torneos, las Chivas han enfrentado todo tipo de escenarios y coyunturas futbolísticas y extra futbolísticas. Sin embargo, semana a semana se ha ido diluyendo el foco sobre lo deportivo para centrar la atención en cualquier cantidad de temas extra cancha mientras el nivel de juego baja y los malos resultados están a la alza.
Cuando la crítica especializada habla de conocer al medio mexicano mientras un equipo como Chivas trae Directivos que no son del ámbito local, la amplitud del tema hace que muchos aspectos queden en el olvido durante las mesas de debate. Uno de ellos, es el aspecto mental.
El Paunovic que llegó a Chivas no es el mismo que hoy está sentado cada quince días en el banquillo del Omnilife. A partir de sus arengas en sala de prensa para el juego de vuelta en el Azteca vs América en las semifinales, algo cambió en el serbio. Pauno pasó de hablar de fútbol a tocar todo tipo de temas que van mucho más allá del ámbito deportivo. Exalta valores propios de una guerra, habla de sentimientos profundos, de teorías del perdón y de un sin fin de cosas que dan lectura de lo que un jugador mexicano promedio puede estar pasando con un líder que ha pasado de ser entrenador a Coach de vida.
El jugador latino, y, en general, el jugador de fútbol, es amante de aprender haciendo. Le gusta ser dinámico y estar corriendo permanente. Si lo trasladas al futbolista mexicano, tienes que sumar que no es bueno para escuchar indicaciones, mucho menos para seguir largas arengas, y, para nada, es amante permanente de los filósofos del fútbol tipo Bielsa o Valdano. Bien puede convencerse y motivarse por este estilo durante un tiempo, pero es un matrimonio con fecha corta de caducidad. Así pues, Paunovic pasó de ser pragmático y técnico a apelarse más a valores implícitos de la motivación.
¿Y el inicio del torneo? Paunovic y las Chivas empezaron el torneo ganando 3 de 3. Para esas fechas, Pauno ya tenía en su galera de joyas en conferencia de prensa frases que daban una clara muestra de soberbia y altanería, el rol estaba desacomodado, ya no estábamos hablando del caballo negro del que nadie daba un centavo y llegó a la final, ya estábamos hablando del subcampeón con un inicio perfecto. Ese inicio, era el ideal para que Paunovic entendiera que tenía un mundo de semanas por delante con una Leagues Cup de por medio, pero, lejos de dar calma a los aplausos, Pauno alardeó con altivez sobre el nivel de su equipo. Los jugadores habían perdido su fuego, su motor, no eran más el caballo negro, eran un soberbio subcampeón.
Entonces vino la Leagues Cup, una Leagues Cup de la que se despidieron con dos derrotas. Y, de las dos derrotas, el equipo regresó a la Liga con su inicio perfecto completamente abollado, golpe del que hasta ahora no se han podido reponer.
Luego llegaron las decisiones extrañas. Vega empezó a salir recurrentemente, pasó incluso a ser suplente, misma situación con Guzmán, se trató de meter con calzador a Erick Gutiérrez y el equipo perdió toda la identidad de juego que en la primera campaña de Pauno logró. De haber iniciado la temporada con 9 puntos en tres juegos, hoy las Chivas tienen 18 puntos y 12 juegos jugados. Es decir, que para sumar los mismos 9 puntos que sumó en su arranque, han tenido que disputar 9 juegos.
Y llegó el Big Bang. La gran explosión en la que tres jugadores fueron sancionados, ventilados y separados, mientras el técnico estaba en pláticas con otro equipo de fútbol. Un Big Bang que hace dos semanas ha dado muestras de orden. Un orden que le permitió al Guadalajara golear al acérrimo rival, cuando éste viene siendo una de las mejores defensas del campeonato.
Ese es el resumen de la Odisea de Paunovic y Hierro al frente del Guadalajara. Una Odisea que no deja de dar todo tipo de temas, una Odisea que ya los llevó a la final, como los ha llevado a ser el fracaso de la liga en Leagues Cup, como los ha llevado a la locura del mismo entrenador serbio.
Hoy, en Puebla, las Chivas tienen una oportunidad de redimir el mal paso y centrar la narrativa en el juego. Será responsabilidad de Paunovic bajar los ánimos del plantel y centrarlos en cerrar el torneo con buen nivel. Ya hubo un colapso ideal para iniciar de 0, el gran reto de Fernando Hierro es devolver a la Tierra a un entrenador que sin duda algo extraordinario hizo en su primera campaña cuando no se sentía el Pastor del Rebaño Sagrado sino un entrenador recién desempacado con sed de triunfar en un nuevo reto.
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