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Depresión en mayores: factores determinantes en su aparición, parte 1

La soledad, el aislamiento y el duelo por la pérdida de un ser querido son factores determinantes para que aparezca la depresión en las personas mayores, en quienes las consecuencias pueden ser tan graves que les lleven a la muerte. Su entorno y la familia deben estar ojo avizor pues es la etapa de la vida donde menos se verbaliza y menos ayuda se pide. También mantener un contacto estrecho y buscar su implicación en la vida familiar. A partir de los 65 años debemos seguir haciendo actividades en grupo, ejercicio físico y ejercitar la mente. Las ideas de culpa, ruina personal y muerte son señales habituales de la enfermedad en esta franja de edad.


La depresión puede afectar a personas de todas las edades, de todas las profesiones y en todos los países. Pero con los datos a la vista, se puede afirmar que aumenta con la edad. Sin embargo, no es una parte normal del envejecimiento, es una enfermedad que provoca un elevado impacto en la calidad de vida, que puede dar lugar a síntomas cognitivos y a la complicación más grave, que es el suicidio.


“Si no reciben ayuda, las consecuencias son tan graves que pueden llevar a un empeoramiento físico tan importante que la persona fallezca”, advierte Raúl Vaca, psicogerontólogo y vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Afortunadamente, esto sucede en los casos más graves, pero es un hecho que una de las dificultades es que se produce una retroalimentación entre la depresión y otras enfermedades que pueda padecer el paciente: “La depresión tiene efectos en el día a día; estas personas, cuyo estado de salud es más frágil, pueden dejar de alimentarse bien, de hacer sus rutinas o de ejercitar su mente, lo que puede exacerbar una enfermedad o precipitar otras, como la demencia”.


En este sentido, Manuel Nevado Rey, Doctor en Psicología y profesor de Psicología de la Vejez en la Universidad Europea de Madrid, alerta de que las personas con depresión que están en este período de la vida tienen un riesgo importante de suicidio pasivo de manera que se van abandonando hasta que fallecen: “Tienen una salud delicada y dejan de hacer cosas como tomar su medicación o tener una dieta adecuada, lo que les conduce a la muerte, una muerte que se cataloga como natural, no como suicidio”.


Circunstancias que los hacen más propensos-


Existen circunstancias que convierten a los mayores en individuos más proclives a padecer una depresión. La soledad es un camino hacia el aislamiento y caldo de cultivo para la enfermedad. El duelo por la pérdida de un ser querido, próximo, de un igual, es otro factor a tener muy en cuenta. “En la primera parte de esta etapa, pierdes tu rol en la sociedad y a veces en la familia, tu cuerpo empieza a fallar, lo que va a más, y posteriormente empiezan a fallecer tus iguales, tu mujer o tu marido, tus hermanos, tus amigos…”, explica Vaca.


Las tasas de depresión oscilan entre el 10% y el 14% en los mayores de 65 años, pero las relativas a síntomas depresivos casi alcanzan el 20% en personas que viven en comunidad porque en hospitalizadas o institucionalizadas están por encima del 50%. Se entiende que existe una depresión mayor cuando esos síntomas persisten durante tres meses e impacta en la vida cotidiana.


Señales


En esta etapa los síntomas suelen estar relacionados con lo que Nevado denomina la triada cognitiva. Se trata de ideas irracionales de culpa, de ruina personal y de muerte. Expresiones como “Por mi culpa no podéis ir a ningún lado”, “No sirvo para nada, solo soy una carga” y “Ojalá mañana se acuerde Dios de mí”, son expresiones que ejemplifican esos tres pensamientos.


La comparación continua del presente con el pasado (“Con la de cosas que yo hacía antes y ahora no sirvo para nada”), la maximización de lo negativo y la minimización de lo bueno (por ejemplo, dar mucha más importancia al hijo que está ausente de su vida que al que lo acompaña) o el pensamiento dicotómico (“Si queréis venir, bien, si no, me quedo solo”), son otras ideas con poca lógica que pueden revelar un problema. Sin perder de vista otras señales comunes a todas las edades como la tristeza, el desánimo, el sentimiento de vacío, la fatiga, la pérdida de interés por cosas que siempre les han gustado, la falta de apetito o alteraciones del sueño.


Hay que estar atentos pues otra característica habitual en las personas mayores es que no suelen pedir ayuda ni verbalizar lo que les ocurre. Les cuesta más que a personas con depresión de menos edad. “Bajo mi punto de vista, tiene que ver con el lugar al que los ha relegado la sociedad, son más reacios porque creen que ya han vivido la vida, no quieren molestar”, considera Vaca.


No te pierdas la segunda parte.




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