Una nueva ola de violencia ha golpeado a Haití en los últimos días, marcada por asaltos a los dos penales más grandes del país durante la noche del sábado. Grupos armados facilitaron la fuga masiva de cerca de 4 mil 700 reclusos, exigiendo la renuncia del primer ministro Ariel Henry. Este hecho ha llevado a las autoridades haitianas a imponer un toque de queda nocturno en un intento por recuperar el control de las calles.
Haití enfrenta amenazas múltiples, incluyendo niveles alarmantes de violencia, desastres naturales y migración desesperada. La capital, Puerto Príncipe, ha visto el control por parte de pandillas criminales en los últimos años, llegando al 80%. La situación actual genera temores de una posible "guerra civil", especialmente después de las declaraciones de Jimmy "Barbecue" Cherizier, líder de una de las principales pandillas.
La crisis en Haití se profundizó desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, a manos de mercenarios colombianos. La falta de una figura política sólida desde entonces ha permitido a los grupos criminales expandir su territorio e influencia, exacerbando la violencia en el país.
A pesar de la ausencia de elecciones parlamentarias y generales desde 2019, y la carencia de funcionarios electos, el país está actualmente gobernado por el impopular primer ministro Ariel Henry. Cherizier, líder de la federación de pandillas G-9 y Familia y Aliados, ha expresado su oposición al primer ministro y ha exigido su renuncia, destacando la falta de convocatoria a elecciones prometidas desde la muerte de Moïse.
La situación en Haití ha llevado a las autoridades internacionales a expresar su preocupación por el riesgo de una "guerra civil". Mientras tanto, la población permanece en alerta y la incertidumbre sobre el futuro del país se agrava en un clima de alta tensión y violencia descontrolada.
Por Salvador Sánchez